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sábado, 20 de mayo de 2023

Homenaje a Abelardo Hernández Millán



Oriundo de San Gabriel Zepayautla, municipio de Tenancingo, Estado de México, recordamos al Maestro Abelardo Hernández Millán a casi 10 años de su partida física de este mundo. Académico, investigador y, sobre todo, escritor, el Maestro Abelardo influyó no sólo en mí sino en toda una generación de escritores jóvenes del Valle de Toluca y Malinalco. En octubre de 2013, escribí algunas líneas sobre su partida:

Tuve la oportunidad de conversar con el Maestro Abelardo, en distintas ocasiones, cuando asistía al Taller de narrativa del Centro Toluqueño de Escritores, coordinado por Eduardo Osorio, así como en las distintas emisiones del Festival de cuento breve "Los mil y un insomnios".

En el fondo, siempre me consideré un admirador de su trabajo literario desde que, en la preparatoria, leía (y coleccionaba) sus mini-ficciones publicadas en la sección "Juegos para armar" de la revista La abeja dorada, publicada por la UAEMex. Esas mismas mini-ficciones fueron recuperadas en formato de libro, en el año 2008, gracias al Centro Toluqueño de Escritores.

Curiosamente, de ente tantos espacios de docencia que el Maestro Abelardo encabezó, yo nunca participé como su alumno. Me daba pena que el Maestro revisara mis escritos. Incluso, cuando el Maestro Eduardo Osorio me animó a mostrarle mis historias, me negué.

Amantes, los dos, de los microrrelatos, entablaron una amistad que cruzaba por la literatura y la política: dos librepensadores en medio de un régimen prianista que sólo conocía de la censura. 

No olvidemos que en el año 2006, el panista Armando Enríquez Flores, en el aquel entonces Presidente municipal de Toluca, amenazó con cerrar el Centro Toluqueño de Escritores por poner a la venta los documentales producidos por el Canal 6 de Julio.

No les bastó a los prianistas cometer fraude electoral en contra de Andrés Manuel López Obrador en 2006 sino también, y de manera sistémica, reprimir y censurar a las voces disidentes (hasta la fecha).

El Maestro Abelardo lo sabía. En su artículo titulado “La política, lo público y las políticas públicas” publicado en La Colmena, el Maestro ponía el dedo en la llaga:

Los políticos son uno de los dos protagonistas principales de toda política pública. A ellos “Interesa la distribución de los productos, y cómo las políticas públicas afectan a ciertos individuos y grupos.” […] “Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política”.

Ya no hablemos de la política cultural actual donde se invita a youtubers e influencers a participar en las diferentes actividades encabezadas por los gobiernos. Por ejemplo, las ferias de libro donde realizan presentaciones y firmas de sus productos editoriales. Mientras que a los creadores locales se les relega al olvido.

No existe, al día de hoy, una antología de Abelardo Hernández Millán publicada por el FOEM.

No existe tampoco una antología de sus escritos académicos publicada por la UAEMex.

Las ferias de libro están secuestradas por las editoriales transnacionales y sus autores. Por eso los premios literarios se otorgan sólo a escritores vivos. Los pocos espacios que nos quedan, a nosotros, se reparten entre cuotas pequeñas de poder y amiguismos. Y nadie levanta la voz porque el hacerlo puede acarrear consecuencias.

Las luchas políticas y culturales van más allá de movimientos como el EZLN, sobre todo para aquellos que no somos indígenas. Eso fue lo que aprendí del Maestro Abelardo una tarde cuando me dijo: “Sí, no soy indígena, pero acompaño a los indígenas.” Ustedes me disculparán, hoy los acompaño.


Gracias.

martes, 25 de febrero de 2020

MARLú V.: la poesía (inútil) de Martha Lujano Valenzuela



Licenciada en Letras Latinoamericanas y Maestra en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México, Marlú V es una de las plumas más frescas de la poesía del Valle de Toluca. Autora de Poesía Inútil (1998, re-editado en 2019), Chiraspelas (Letras de Pasto Verde, 2016) y Hogar, Dulce Hogar (La Comuna Girondo, 2018), la voz de Martha se distinge por la profundidad con que aborda lo cotidiano: esa cotidianidad que existe en otras autoras y en otros textos, pero que, en la mirada de Marlú, alcanza niveles ontológicos:

No se conoce hombre
sino en la cama,
cansado sobre la almohada.

No se adivina mujer
más que a la mesa
comiendo, callada.

¿Y entonces, a qué?
A qué viene este escondernos
de las mesas y las camas.

Parecería que los divinos,
los que pretendemos,
nunca callan y no se aman.

El amor es, como siempre, tema ineludible para la poeta. Pero, de nuevo, su mirada sobre él es muy profunda: hay daño, hay impaciencia, hay soledad, hay dolor:

Tu sombra no existe más en mi tierra
tu duelo no ha muerto, sólo se ha ido
detrás de quimeras, de otros vestidos
luego de que araste mi triste parcela.

[...]

Curiosa coincidencia
al final de una botella,
vacía queda
igual que el que busca
en el asco
el amor que no encuentra.

En Hogar, Dulce Hogar este amor se vuelve patológico: la ruptura de pareja es el quiebre del hogar (y de la vida), pero la poeta no quiere dejar salir a ese alguien de su propia existencia. Hay dolor. Hay vacío. Pero existe una especie de masoquismo iracundo que trata de llenar el espacio emocional que ha dejado (en la poeta) la presencia del otro:

Sólo te pedí una cosa.
Una sola.
Sólo una, lo demás me lo callaba
a cambio de los días
que pasamos juntos
en un sueño de lágrimas y pijama.
No puedo negarte
que la muerte fue una dulcería
y en mi boca colocabas
toda clase de sabores
para degustar el dolor
hasta que mi cara cambiaba
y yo chillaba que me dejaras
y gritaba: ¡basta!
No comprendo por qué no usas capucha, ni llevas
en la mano un hacha.

El divorcio se legitima frente a los tribunales, y la rabia disminuye hasta devenir en compasión, casi en ternura. Es precisamente, la ternura lo que marca la poesía de Martha Lujano Valenzuela (y que me hace recordar mis propios poemas):

Debe haber poesía para nosotros
los incautos,
los del cigarro timoratos,
los que compramos en el super
paquetes para comer y tirarlos,
los que no dolemos,
consumistas, ignorados,
los que no conocimos el amor
en las estalactitas del sexo
ni aplastamos los pechos
sobre el tabú idolatrado.
Nosotros,
los de la escuela,
que no dimos víveres
ni organizamos la dádiva en Chiapas.
Nosotros, los inservibles, nosotros,
los otros, la gente; nosotros.

("Disrupcion". Poesía Inútil.)

De tiempo atrás, había visto el anuncio de la presentación de su obra en el Centro Toluqueño de Escritores, pero fue hasta hace unos días que la propia Martha me obsequió los textos sobre los que aquí opino. Me resulta interesante que la autora tenga aún varios libros sin editorial: Los cinco humores (2000), Diario de un verdadero olvido (2003), Juro que ha vuelto (2005) y Kamasutra para desesperados (2015). También, escribe la columna semanal "Mirilla" en Poderedomex.com de la cual rescato este pedazo de poema:

La casa familiar

En memoria de Don Pedro Aguilar Moreno

De madera las escaleras
de patriarca tus manos
el árbol de manzanas
y la higuera esperando
dar los frutos más altos.

La cocina rebosante
de queso y capulines
y tu conversación
sabia y serena
memoria prodigiosa
talento natural
precavido arquitecto
en tu casa no faltaba
había para todos
un lugar a la mesa
un boleto a la vida
la posibilidad
de pertenencia
sólo eso, la ilusión
de un tiempo querido
de una infancia soñada
música, vino, hogar había.

Ahora que partiste
está vacía la morada,
no hay familia
ni testigos ni casa, hay nada.

Una de las principales voces femeninas del Estado de México por conocer.


Saludos.

viernes, 10 de enero de 2020

"Eternos juegos de amor"



Mi primer libro de cuentos. Nueve textos que abordan historias de amor, desamor, enamoramiento y erotismo: desde la iniciación sexual, pasando por la seducción, el incesto, hasta las primeras relaciones de pareja que entablan los protagonistas. Mi libro más ambicioso hasta la fecha. Un libro que trabajé, texto por texto, desde el año 2015. Y que, gracias a mi editor Arturo Texcahua, pudo consolidarse a fin de año.



Varias de las historias que conforman este libro fueron creadas (concebidas) en los días en que participé en el Taller de narrativa del Centro Toluqueño de Escritores, coordinado por Eduardo Osorio, y uno en especial, "Eva", fue publicado, gracias a la profesora América Luna Martínez, en el año 2002. Por eso, también, son textos surgidos de entre las aulas de la Facultad de Humanidades de la UAEMex.

Desde esos días (mis días como estudiante), comprendí que mi labor como escritor era no solamente transformar y actualizar los mitos heredados por la Historia Universal sino dejar constancia de mi propia existencia. Por eso, y desde ese tiempo, mi creación literaria se volvió más personal, más intimista.

Algunos colegas acusan que mi literatura es narcisista. Lo es. Pero, también, invita a que otras personas se descubran al recorrer mis laberintos:



"Eternos juegos de amor" puede adquirirse en MercadoLibre.com, Librerías El Sótano y próximamente en Gandhi.com.mx

Edit. 30 de enero: Comparto la video reseña que nuestros amigos de #ElDragónLiterario prepararon para todos ustedes:



Edit. 17 de febrero: Comparto las palabras de mi amiga Laura García Nava en la presentación realizada el sábado 15 de febrero en la Biblioteca del Parque Bicentenario en Metepec:



Edit. 10 de abril: Comparto la lectura del texto "La sonrisa del colibrí" como parte del ejercicio #LecturasEnCuarentena convocado por Trajín:

 

 

 Saludos.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Homenaje a Luis Antonio García Reyes



Al Maestro García Reyes lo conocí en alguna reunión de TunAstral cuando todavía existía el foro-casa de Porfirio Díaz 216, entre Villa y Zapata, en la colonia Universidad, Toluca, Estado de México. Era la presentación de Blanca Aurora Mondragón y su Cotidiana (2000). En esa presentación, no recuerdo bien si antes o después del evento, el Maestro Roberto Fernández Iglesias me presentó al Maestro García Reyes: “Este niño estudia Letras”, dijo, con su inolvidable tono de voz. “Y Luis Antonio es poeta”, declaró. Ambos nos estrechamos la mano, pero hasta allí.

En aquella época estaba embelesado por Félix Suárez y su Mordedura del caimán (1984) y por Alberto Chimal y su Luna y 37 millones de libras (1990). Ambos libros, a mi juicio, los mejores que han escrito ambos autores hasta la fecha.

Luego, en 2010, mientras ayudaba a Eduardo Osorio a seleccionar fragmentos para colocar cintillos en los libros de los becarios del CTE, encontré Sur (1985), y guiado por el dibujo en su portada, creí que se trataba de algún texto sobre campesinos. Pero, después de recorrer algunas páginas, pude darme cuenta de que eran poemas cortos sobre animales y plantas. Pero hasta allí.

Luego, comencé a notar que la presencia del Maestro García Reyes se había vuelto recurrente en casi todos los eventos literarios del Valle de Toluca: en las lecturas del CTE, en las presentaciones de TunAstral, en los homenajes celebrados en la “Casa de las diligencias” de la UAEMex, en el extinto “Huacal de letras” de Metepec.

Precisamente, fue en ese foro la última vez que lo vi: en la presentación de Jorge Arzate Salgado y su recopilación de poemas editada por el FOEM. En aquella presentación, el Maestro García Reyes le comentó al otro bate: “No sabía que tú también tomas al mar como un tema en tu poesía. Yo también lo hago. Quizás no tan bien como tú.” Al escuchar dicho comentario, me intrigué. Hay pocos escritores toluqueños que abordan el mar (precisamente, porque queda geográficamente lejos). ¿Por qué el Maestro García Reyes lo hacía? Ahora sé que la dupla mar / tierra firme constituye un elemento central en su poesía:

La tierra se duerme
En su cuerpo de piedra
A tu contagio de vieja marinera
Porque viniste por el mar
Aún hay algo nuestro en ti
De nuestros sueños

Cuando Juan Luis Nutte me invitó a participar en el homenaje al Maestro García Reyes, acepté sin dudarlo. Tenía curiosidad respecto a su obra, pero también tenía una deuda moral con su libro primigenio desde aquella vez que el Maestro Osorio me lo recomendó.



Según la Enciclopedia de la literatura en México, Luis Antonio García Reyes nació en Huixquilucan en 1945, cursó estudios en Antropología y Lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), es miembro fundador de los grupos Al yunque y TunAstral así como Presidente de la Unión de Escritores Mexiquenses (UEM). Pertenece a la segunda generación de becarios del Centro Toluqueño de Escritores gracias a Sur (CTE, 1985), compendio de poemas breves que abordan su experiencia en los municipios ubicados al Sur del Estado de México: Malinalco, Tonatico, Texcaltitlán, Sultepec. Aunque Tejupilco quede un poco más al Oeste junto con Amatepec y Tlatlaya. Poemas que han sido presentados como muestra de “autenticidad temática, naturalidad rítmica… imágenes coloridas [al mismo tiempo que] nostálgicas”. (Álvarez Caballero, 2017)

En lo personal, algunos de esos poemas me hacen recordar los poemínimos de Francisco Paniagua Gurría en Cambio de luces (1984): existe el Sur, el campo, la provincia; pero también la ciudad, también de provincia, que irremediablemente nos remite a Toluca.

Desde mi perspectiva, “Por el camino”, la tercer parte del libro, se convierte en poetry road: la experiencia que vive el poeta en su viaje: poemas que parecen haikus en temática y estilo:

con el polvo
el camino se nos pierde
[...]
sólo el abismo
nos detiene

Flora y fauna conforman las imágenes del poema y, a los ojos de los no iniciados, sorprenden sus denominaciones de origen: cacaloxóchitl (cuervo en flor), güisache (acacia farnesiana), pinzón (ave de la familia Fringillidae), timbirichi (árbol cuyo nombre deriva del tarasco o purhépecha tumbiriche, de tumbire, “racimo”).

Palabras indígenas en boca de mestizos. Ojos mestizos que descubren la naturaleza que los rodea: girasoles, colorines, campánulas/ árboles, raíces, ramas/ montañas como jovencitas/ la luz del cielo como una niña límpida. Así, el paisaje se revela en toda su majestuosidad, y el poeta tiene que aprender a retratarlo:

Son los cerros
pizarras,
metales,
barro;
a lo lejos
verdor
reverberando
y sólo son:
lejanía,
cerros escalpados.

El poeta anda, y encuentra, también, a los humanos: “Adiós amigu”, le saludan; y así reconoce el tono típico, la modificación dialogal, de aquellas gentes. La misma gente que le invita mezcal y a disfrutar de sus fiestas: tecomateros danzando en el atrio de algún templo, o sobre la plaza cívica. Imágenes que yo, ahora, completo.

No sólo en Sur (1985) sino también en El dogma es la palabra (1962-2011) el poeta se acerca al mundo indígena y lo retrata:

Ahora golpeo conchas de tortuga
Y hay cascabeles que sangran
Para incendiar el ritual
Y claman claman
Hasta el silencio redondo de los espejos
En que te miras niña
Mujer y hermana
Hija del aire en que navego
Hasta ser voz y llamarada

El ritual se hace poema. El ritual de la palabra. Si el motto de TunAstral es "amor es la palabra; poesía la acción". El de la obra de García Reyes sería “el dogma es la palabra; poesía la religión”. Y estamos aquí para compartir el sacramento, no religioso sino poético.

Quiero cerrar mi participación leyendo “Si no sabes leer”, un texto que me pareció sublime, el cual es también una invitación para los neófitos:

Si no sabes leer
Sólo deja
Que las palabras
Lleven a tu oído
Su equipaje de imágenes;
Así no volverás a decir
“No sé leer.”
Y cual amoroso terco,
Cada vez intentaré
Acortar distancia...
Hasta que al fin
Sacudas este árbol...

Entonces harás caer
A tu alma
Voces y palabras
Como sazonadas manzanas
De sol, cualquier tarde.

Gracias.

lunes, 8 de octubre de 2018

"Amor Koi Love" @ FILEM 2018



Gracias a la invitación de mi amigo Jose Miguel Alva Marquina, el sábado 6 de octubre pasado, mi esposa Migdon Mancilla y yo pudimos presentar "Amor Koi Love" en el Foro "Tierra de Héroes y Superhéroes" dentro de la FILEM 2018.



Acompañados por Alexandra Barrios y Talia Lule Quiroz, realizamos una mesa de conversación muy agradable donde explicamos el origen de nuestro proyecto editorial, así como los pormenores del proceso creativo.



Al final, después de leer algunos poemas, y responder algunas preguntas del público, firmé algunos libros, y hasta me tomé un par de fotografías:



A decir verdad, nunca esperé tener este tipo de respuesta por parte de los asistentes a la FILEM. Al haber sido un evento público, personas de todas las edades se acercaron para escuchar y compartir mis experiencias en Japón.



Gracias a El Sol de Toluca por la difusión de nuestro trabajo. ¡Ya es la segunda vez que aparezco entre sus páginas! ;)


Saludos.

viernes, 31 de agosto de 2018

"Amor Koi Love" @ Centro Toluqueño de Escritores



Arropados en todo momento por Juan Luis Nute, mi esposa Migdon Mancilla y yo presentamos, el día de hoy, nuestro Amor Koi Love en el Foro "Alejandro Ariceaga" del Centro Toluqueño de Escritores.



Mientras Nute nos regaló algunas palabras respecto al libro, mi amigo Isidro Pontón realizó comentarios sobre las ilustraciones:


"Christian mira hacia el mar que le dice 'muévete, no te quedes quieto' [deja de pensar en/ deja de sufrir por/ tu exnovia Motoko], y por eso, decide regresar de Japón."



Frente a la lectura tan aguda de mi amigo, me vi forzado a explicar algunos detalles autobiográficos detrás de las imágenes: ¿por qué tuve que regresar de Japón?, ¿por qué decidí no quedarme en aquel país a vivir?, etcétera.

[Todas ellas anécdotas de mis novelas.]

Luego, vino el apapacho de amigos, colegas y familiares. Y la firma (y dedicatoria) de libros, por supuesto:







Muchas gracias al Centro Toluqueño de Escritores por albergarnos.


Saludos.

jueves, 3 de noviembre de 2016

"Azul como su nombre" Antonio Salinas



Publicado por Jesús Bartolo Bello López, con diseño de Eduardo Osorio, Azul como su nombre es el primer libro de poesía de Antonio Salinas, nacido en 1977 en Acapulco. Gracias al Centro Toluqueño de Escritores, pude acceder (por fin) a este libro publicado en 2006 por La trucha güevona.

De inmediato, el mar: ese testigo. Pero no un mar cualquiera, sino ese: el de la bahía donde fueron arrasados los carrizos. No sólo el mar; también, la arena; y el calor, y el sopor, pero la brisa. Antonio se convierte en un marino (o más bien, en un náufrago) que encalla en el cuerpo de una mujer por cinco días, y desde ahí, descubre la poesía:

A los pies del verano
junio nos junta,
y los gritos [del amor] atrapan todo.
Como red en el agua,
sin tocar arena en ti,
me hundo

Poemas mínimos, discretos, que hacen pensar en una especie de renga. Así, los días pasan tan rápido como los poemas. En el día cinco, el poeta escucha la historia de su amada; y le da voz, en el poema:

-El único barco acurrucado en mi vientre de arena
conoce todo mi puerto,
y me ha descubierto entre las rocas
de una playa sin salida.
A los diecisiete años,
canjear el sudor azul
por el sabor de las palabras.

En este libro, no solo hay amantes varados, también hay sirenas y bañistas en bikini. Pero, también, existe una mirada que va más allá del puerto, y se adentra en la ciudad, sólo para recordarnos la realidad de ese infierno de cemento:

Un bulevard se abriga de tráfico,
árboles con sed doblan las aceras
y las únicas flores sobreviven en las ventanas más altas,
y quedan atrás los cuentos de hadas.

Así, al final del libro, se desata la nostalgia: el recuerdo doloroso por el puerto y sus mujeres. Pero, también, aparece el hastío: el disguto por tener que vivir en un lugar poco marino, lleno de personas intrascendentes, donde no se encuentra la poesía.



Actualmente, Antonio Salinas vive de nuevo en Acapulco, donde es difusor cultural, y desde donde ha escrito sobre la narcoviolencia que ha azotado el puerto:

Un hombre fuma y tira las colillas
como cabezas humanas en las aceras,
como un balón de fútbol de un equipo de nimios resultados,
sucede a cuenta gotas
contagiar uno que otro día el sueño con lágrimas. [...]

Dicen los cronistas de la ciudad que el conjunto
contrario tomó la delantera, el saldo:
dos levantones con lesión, un arsenal de disparos,
una madre que llora aún frente a un cauce de luz que se apaga,
y otros más trasladados en ambulancia.
Dos horas palpándome lo acalambrado
quitándome lo saudade, lo oscuro de los de casa.
Dos horas tirando piedras al mar de mi infancia
mientras chillan lentas sirenas ruidosas.

(De "Al filo de la navaja")

El poeta sufre, ahora, no por la nostalgia; sino por el impacto de la narcoviolencia en su vida cotidiana. Sin embargo, se niega a desfallecer:

sin temor a equivocarme cuando acabe de escribir estas líneas ni tan líneas porque la vida a cado rato se interrumpe, iré a tomar un trago. regresar y sabe dios qué pase después. estoy vivo porque mi ánimo lo dice o porque de plano mi pensamiento es necio como el alba.

(De "Sitiado")

Lejos, y atrás, quedan los poemas sobre el mar. Lejos, y atrás, las bañistas de Acapulco. La angustia se cierne sobre el poeta, y a su vez, en sus poemas.

En agosto de este año, Antonio Salinas ganó el Premio de poesía "Efraín Huerta" por su libro La canción de los ahogados, desde el cual extraigo este pedazo de poema:

Encuentran a dos pescadores
después de siete noches de zarpar.

Salieron de playa Manzanillo,
uno de ellos murió a los cuatro días
luego de que una ola volteara
la lancha en altamar.

Ambos se abrazaron a una hielera;
comían pájaros, tortugas,
tomaban agua de las raíces
de las plantas y de la lluvia
que se encontraron en el naufragio.

Quien sobrevivió ––deliraba––,
dijo llamarse Andrés y vivir en el 421
de la avenida Adolfo López Mateos
––casa de Johnny Weissmüller––,
y tener amigos en Hollywood.

Vestía bermuda roja y camisa a cuadros.

Entre los hombros (quemados por los rayos del sol),
el tatuaje de un pez cocinero.

Poesía desde Acapulco, Guerrero.


Saludos.

domingo, 3 de agosto de 2014

¡Dios salve a Roberto Fernández Iglesias! ^o^



Privilegiados fueron los tiempos que me tocaron vivir: los tiempos en que el Centro Toluqueño de Escritores funcionaba promoviendo escribas núbiles; la época en que el Maestro Eduardo Osorio publicó varios libros y compartía sus hallazgos con los miembros del Taller de Narrativa del CTE; y cuando el Maestro Roberto Fernández Iglesias, fundador de TunAstral, adoctrinaba a cuánta persona interesada en la lectura se acercaba a sus eventos o a sus clases.

Nacido panameño, transculturalizado en New York, radicado en Toluca, Roberto Fernández Iglesias se convirtió en una de mis influencias intelectuales y poéticas más fuertes. Irónico, sádico, erudito, siempre nos recomendaba, a los estudiantes de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la UAEMex, leer, leer y volver a releer. "Leer no debe convertirse en hábito", ironizaba, frente a la pregunta de una compañera, "leer debe ser una forma de vida para ustedes".

Becario del Centro Toluqueño de Escritores, publicó en 1985, Retrato parcial, el primer libro de su autoría que pude tener en mis manos:

Todos los ojos convergen
de puñaladas
parecen ramas de grito
sobre la palabra
                                 Ese
tronco común
                              en los pies
de
       nuestra
                         herencia

Poesía mágica, casi dadaísta, que sin tener el soporte artístico de su autor, parecería un cadáver exquisito:

Solo he escrito
las
       cosas
                    ya
                            escritas
Pude hacerlo a tiempo
y
   no
        estuve
Me desperté
y estaba muerto
No lo descubrí
                              entonces
Nadie
             lo
                  ha
                        descubierto

Al igual que sucede con Alejandro Jodorowsky, varios de los poetas de mi generación no entienden (no valoran) la poesía de Fernández Iglesias. Al Maestro se le quiere y se le reconoce más por su tarea de difusión cultural (y por su aguda crítica literaria) que por lo que ha escrito en verso.

Pese a todo, el universo poético de Fernández Iglesias es tan grande como su ego:

Mi principal problema
es que pertenezco
y soy pertenecido
Después sufro
porque poseo
y soy poseído

[...]

Ahora comprende
De eso no sé mucho
de lo otro tampoco
ni de aquello
Soy un ignorante
casi total
Me basta con saber
que vivo

[...]

La ignorancia
me da la infinitud
para ser otro dios
sin pretenciones

[...]

Pero no
                señores
no estoy contento
                                en
                             lo
                      más
              mínimo
Todo lo que he hecho
es apenas un ensayo
Todavía
                 debo
                            salvar
                                          al
                                                Universo
Jajajajajoooo

Risa tipo Santaclós. Versería libre. Después de leer Retrato parcial, me conseguí Trastienda (1994), el poema largo que, según palabras del propio Fernández Iglesias, se inspira en la estructura La Tierra baldía de Thomas Stearns Eliot.

Lo amé. Revolución, Cuba, Vietnam, The Beatles, el himno de una generación que se mete a hacer poemas como acto contestatario ante un sistema social muy controlado:

tú y yo metidos a poetas
                                                         a versistas
metidos a estar vivos
                                                metidos a revolucionarios
                                                                                                            metidos

[...]

la revolución es una forma de andar
de andar en la mejor compañía
la mejor compañía de muertos y vivos

[...]

no importa que sea pobre rico o malandrín
no sea poeta
                                  eso es pecado
es masturbarse pecado solitario

Un libro basto cuyos versos comencé a enumerar, pero de los cuales perdí la cuenta al llegar a los espacios en blanco:



Finalmente, a finales del año pasado, pude tener en mis manos Furiosa sustancia (2010), la antología más reciente de Roberto Fernández Iglesias. De ella, y para cerrar este post, recupero un gran poema:

Maniqueísmo

Lo malo no es cristo
      sino los cristianos
lo malo no es Nietzsche
      sino los nietzscheanos
lo malo no es Kant
      sino los kantianos
lo malo no es Marx
      sino los marxistas
lo malo no es el Papa
      sino los papistas
lo malo no es la democracia
      sino los demócratas
lo malo no son las putas
      sino los hijos

¡Dios salve a Roberto Fernández Iglesias! ^o^


Saludos.

miércoles, 22 de enero de 2014

"Áspid". Eduardo Osorio.


http://www.uaemex.mx/plin/colmena/Colmena_80/Pliego_de_poesia/Pliego_80.pdf

En 1998, el poeta toluqueño Eduardo Osorio publicó su poemario "Áspid", en el número 19, julio-septiembre, de la revista La Colmena. Hasta ese momento, con apenas algunos meses de conocernos, desconocía por completo que el Maestro también escribía en verso. "Claro que sí", me dijo un tanto sarcástico, "publiqué Bromas para mi padre que, según mis cuates, es de lo mejor que tengo". En ese momento, no podía entender cómo "un libro de bromas" podía ser considerado "poesía". Neófito en el mundo de las letras, preferí guardar silencio. Sólo era un estudiante de Bachillerato que amaba escribir versillos cursis en sus libretas. Apenas, un par de meses atrás, me había matriculado en el Taller de narrativa del Centro Toluqueño de Escritores, a invitación explícita de Osorio, y lentamente, descubría la complejidad de aquello llamado, en verdad, "literatura".

Una tarde, después del Taller, el Maestro me compartió su poemario, mientras degustábamos bebidas calientes en el Café Biarritz:



Casi salto de terror al leer yuxtapuestas (en mi mente) las palabras "serpiente" y "falda". Me gustaban las faldas, sobre todo las de los uniformes de las niñas de secundaria. Odiaba a las serpientes. Les tenía pánico (aún a las no-venenosas). La idea de que una serpiente se deslizara furtiva por debajo de una falda me parecía, a la vez, terrible y delicioso. Tal reacción llamó la atención del Maestro Osorio que me dijo con una mueca parecida a una sonrisa: "¿qué le parece?, Maestro"

No supe qué contestar. Por primera vez, frente a un texto, omití expresar mi opinión (y desnudar mis fobias y mis filias, [que en el inconsciente, se funden, son lo mismo]), y me limité a balbucear para no parecer estúpido: "me parece muy bueno, Maestro", con una sonrisa defensiva.

Años después, recuerdo a ese niño taimado y tímido (que es protagonista de dos o tres de mis textos que han devenido en novelas), y en el espejo que da la adolescencia, me doy cuenta de que he cambiado demasiado, pero aún persiste, en mí, ese gusto íntimo por aquel conjunto de poemas.



"¡Oh! 'Niño' también puede ser adjetivo", pensaba el bachiller que aún no había leído Muerte sin fin de José Gorostiza. "'Saudade' debe ser algún tipo de serpiente", intuía. Ahora, sé que es una palabra portuguesa que hace referencia a la soledad nostálgica propia de la adolescencia.




Pensé en mi madre: compañera de oficina del Maestro Osorio, en aquellos años, en el CIEAP: Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, de la UAEMex.



Y si Osorio fuera como esos poetas improvisados que ganan becas y publican libros insufribles con el dinero de nuestros impuestos, hubiera utilizado ese verso como inicio de varios de sus poemas. "La serpiente, no lo sabes, es tu sombra", lo leí en aquel entonces. De la misma manera, lo sigo leyendo hasta este día.



Y, de repente, justo cuando comenzaba a disfrutar de la musicalidad de cada verso, me hallé frente al primer híbrido literario que leería en mi vida:



¿Qué era eso? ¿Un cuento? ¿Un poema? ¿Una mezcla extraña de ambos? Me desconcerté por completo. La temática me era familiar: la historia de una niña que "deja de ser vírgen" por montar en bicicleta (al golpearse la zona genital con el asiento). Pero, ¿cómo era posible que un texto narrativo apareciera, de pronto, en un poemario? ¿Era correcto mezclar y confundir los géneros? De pronto, me daba cuenta que la obra del Maestro Osorio se convertía en algo sumamente experimental. (Y ese estilo me gustaba.)

Años después, cuando me tocó publicar (a mí) en La Colmena, lo hice con un texto (poético) que, hasta el día de hoy, algunos lectores creen que es "un cuento": "El viaje del Eros al Logos". Sin duda, al recordar mi primera lectura de "Áspid", ubico perfectamente, las influencias que el Maestro Osorio dejó en mí.

Celebro la re-edición de aquel poemario en el actual número 80, octubre-diciembre de 2013, de la revista La Colmena. Pero celebro, aún más, que la UAEMex halla logrado compartir (vía impresa, vía web) el trabajo poético de uno de mis Maestros más queridos.


Saludos.

jueves, 31 de octubre de 2013

Abelardo Hernández Millán


El día de hoy, falleció el Dr. Abelardo Hernández Millán, escritor y académico mexiquense, originario de San Gabriel Zepayautla, municipio de Tenancingo, egresado de la UNAM y de El Colegio de México, y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMex.



Tuve la oportunidad de conversar con el Maestro Abelardo, en distintas ocasiones, cuando asistía al Taller de narrativa del Centro Toluqueño de Escritores, coordinado por Eduardo Osorio, así como en las distintas emisiones del Festival de cuento breve "Los mil y un insomnios".



En el fondo, siempre me consideré un admirador de su trabajo literario desde que, en la preparatoria, leía (y coleccionaba) sus mini-ficciones publicadas en la sección "Juegos para armar" de la revista La abeja dorada, publicada por la UAEMex. Esas mismas mini-ficciones fueron recuperadas en formato de libro, en el año 2008, gracias al Centro Toluqueño de Escritores.



Convencido de que no hay mayor homenaje para un escritor que leer su obra, transcribo algunos de los textos que el Maestro Abelardo nos dejó:

Precavido

Luego que vio a su hermanito ya muerto y metido en el ataúd, se apresuró a matar al perro de la casa porque, si no, quién iba a jugar en el cielo con el angelito.

Maleficio

Nada perturbaba el descanso de los internos del Asilo de Ancianos. Un día descubrieron un hecho que trastornó su tranquilidad: el gato del lugar esperaba la noche, empujaba la puerta de la habitación de uno de ellos y se echaba a dormir a su lado. Al día siguiente el interno era hallado sin vida. Después de la tercera víctima, los internos cerraron sus puertas y provistos de palos de escoba decidieron eliminar al felino o, al menos, echarlo del edificio para siempre. El animal desapareció para dicha de los internos. Sólo uno de los viejos, satisfecho con la vida, salió a buscar al gato hasta encontrarlo, lo metió a su cuarto, lo acomodó sobre la cama y se dispuso a dormir.

Impaciencia

¿Por qué no vienen? Tal vez están demasiado ocupados en sus conversaciones profesionales; o quizá se encuentran absortos en alguna plática de su interés. El caso es que no se apuran; y yo aquí esperándolos desde hace como tres horas. O a la mejor no vienen porque consideran que no vale la pena tratar asuntos conmigo, a fin de cuentas un desconocido que no representa nada para ellos. Claro se ve que no tienen prisa. Es cierto que nunca destaqué en ningún oficio ni fui persona influyente pero… vaya, por fin escucho los pasos del doctor y de su ayudante; ya se acercan hasta donde me encuentro tendido en espera de que me practiquen la autopsia.


Hasta siempre, Maestro ^o^


Saludos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

@ La Luna No. 117


http://nuestrotiempotoluca.files.wordpress.com/2011/06/luna-117.pdf

El día de hoy, descubrí con agrado que mi poemario "Finisecular - El fin de una era" había sido publicado en "La Luna" No. 117, suplemento cultural del semanario Nuestro Tiempo Toluca, dirigido por mi ex-compañero de trabajo y amigo Miguel Ángel Alvarado.

El poemario se compone de ocho cantos (a veces, sería mejor referirse a ellos como "quejidos") y un cuento corto acerca de los (auto)atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 sobre la ciudad de Nueva York y El Pentágono. Textos muy viejos que, por recomendación de mis terapeutas, debía publicar.

El cuento corto lo escribí en el año 2011, pensando en que ya no tenía material para leer en el Festival "Los mil y un demonios", organizado por el Centro Toluqueño de Escritores. Desde esa época, debo confesar, no he vuelto a escribir mini-ficciones. Quizá me traumé al ver que el público que tuvo acceso a mi texto "se shockeó" con las ideas que presentaba en el mismo, y evitó aplaudir efusivamente (señal de placer estético) frente a mi texto.

A más de 12 años de los (auto)atentados terroristas de los Estados Unidos, justo cuando aquel país vive una profunda crisis financiera, no me cabe duda que visualicé el verdadero "fin de una era".

Espero seguir colaborando en "La Luna". Un espacio más que se encuentra abierto para todos los creadores.


Saludos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

@ El Sol de Toluca



El día de hoy, en la primera página de la sección cultural del periódico El Sol de Toluca, apareció una nota sobre varios de los "escritores jóvenes" que se encuentran activos en el Valle de Toluca, algunos de ellos, amigos y camaradas, como Cecilia Juárez y Alonso Guzmán, ex-compañeros, también, de la Facultad de Humanidades de la UAEMex.

La nota, que surge de una entrevista con el poeta Saúl Ordoñez, incluye una fotografía de mi persona (no sé si en buen o en mal tono), ya que yo, hasta la fecha, a diferencia de Ceci y de Alonso, aún no he publicado mi primer libro.

La digitalización de la nota se la debo a mis abuelos paternos, asiduos lectores del diario propiedad de Mario Vázquez Raña.


Saludos.

jueves, 29 de mayo de 2008

@ 8vo Festival de Cuento Breve del Centro Toluqueño de Escritores









En la Casa de cultura de Sultepec, Estado de México.







En la Biblioteca municipal de Iguala, Guerrero.





En el centro cultural "Casona de Juárez" en Acapulco, Guerrero. La nota acerca de la lectura, salió publicada en La Jornada Guerrero.

Gracias al Centro Toluqueño de Escritores por su apoyo en la difusión del trabajo de los escritores locales. ^-^



Saludos a todos mis compañeros. ;)

domingo, 5 de agosto de 2007

"La agonía de la marmota". Alonso Guzmán.


http://es.scribd.com/doc/89560640/La-agonia-de-la-marmota-Alonso-Guzman


Alonso Guzmán comparte conmigo, además del lugar y el año de nacimiento (Toluca, 1980), su paso por la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la Facultad de Humanidades de la UAEM. Al haber sido compañero de generación y participante de los cafés literarios que organizaban las compañeras, conozco parte de su trayectoria y comparto algunas de sus obsesiones literarias. ¿Qué resta por escribir cuando todo ha sido escrito? Más aún, ¿qué resta por escribir cuando la gente que nos rodea muestra cero interés por la creación literaria? La agonía de la marmota es una respuesta a este mundo apático, a una ciudad conformada por seres ególatras y superficiales, embelesados en sus propias existencias. La novela es también, una respuesta lingüística al problema filosófico-existencial del vacío: comenzar a nombrar las cosas es darnos cuenta de sus existencias. "Empezar a nombrar para pensar a vivir."

Santiago de la Mora, el personaje central de una novela sin trama, sin anécdota, sin moraleja, encarna a un escritor que se debate entre las dudas que se desprenden de la creación literaria y las experiencias desprendidas de las interacciones sociales forzadas. En La agonía de la marmota un hombre puede convertirse en mosca, a la primera provocación: para Santiago de la Mora ser detestado es mejor que seguir las apariencias de un mundo banal y ridículo. Una ciudad sin nombre, muerta, putrefacta. "¡Puta ciudad levadiza, huidiza, guanga como el pabilo de una vela derretida! ¡Puta como las palabras, mil veces eyaculada, eyaculadísima de luz, pécora!"

Por ello, la novela se construye a partir de dos jóvenes de letras: Santiago y Gerner, un novelista tímido y un poeta burgués, un muchacho que no puede publicar ni una novela y la joven promesa de la lírica local. Ambos, rivales en el amor, serán también los camaradas que compartan la pasión por el lenguaje y la creación literaria. "¿Por qué Dante no le dio un círculo de su infierno a los escritores fallidos? Escribir por siempre, sin comer, sin beber, sin dormir, escribir, escribir por años, por siglos, con la columna rota y los dedos entumecidos..."

Santiago de la Mora encarnará al escritor núbil que pretende no tener ni oficio ni talento, pero que sigue escribiendo. A diferencia de los escritores antecedentes, la rebeldía, el extravío o la experimentación no son caminos válidos para Santiago. Tampoco la imitación de los clásicos. Menos la novela histórica. Santiago se pregunta:

¿Qué he vivido? ¿Qué he sentido? Mi vida, sin anunciación; mi vida, sin peligros. Cuidadoso en casa, efímero en los cuidados, rodeado de elementos vulgares, sin chiste, sin nombres simbólicos: televisión, control remoto, Nintendo.

[...]

Quiero salir de la vulgaridad del presente, de lo trivial del presente. ¿Por dónde ir? ¿Hacia dónde ir? ¿La literatura? ¿La historia?


En la vida real, los jóvenes que no son escritores suelen elegir entre las drogas, la rebelión o el consumo. Santiago debe hallar una respuesta distinta porque él ha visto derrumbarse uno por uno todos los cánones y todas las ideologías. La lucha a muerte, la inmolación y el sacrificio tampoco son opciones porque Santiago y Gerner se han criado en una ciudad banal, burguesa y cómoda.

Ya no estamos dispuestos a sacrificar nada; nadie nos ha educado para eso. ¿Por quién morirías tú? ¿Morirías por tu ciudad? ¿Por tu patria? ¿Por tu ideal? ¿Qué son esas palabras tan huecas?, nos preguntaríamos. Ya no somos héroes, y no tenemos ni la intención, ni el ánimo de serlo; nuestro heroísmo ha fracasado, se ha roto. Buscar culpables sería absurdo, nacimos así, lo traemos en los genes.


Pero a diferencia de su generación, Santiago tiene una cosmovisión política que lo hace diferente, incluso al mismo Gerner. En un mundo donde las ideologías políticas han sucumbido al paso inexorable de la Historia, ni los comunismos ni los capitalismos son opciones de vida para Santiago. En ambos bandos, la religión y la política se mezclan, y los demonios y los dioses toman partido, reclutando devotos para cada una de las nuevas fe. La participación política es una comunión religiosa, y por ello, Santiago y su generación han sido condenados a vivir en la indeferencia política. "El único heroísmo que nos queda es ser alguien en la vida, triunfar, lo que es estúpido."

Pero sin duda, la línea que separa a Santiago de la Mora de Gerner es el hecho de haber tomado conciencia de la injusticia social que existe en el país y del papel que juegan las minorías políticas.

Quise, en algún momento, escribir sobre un guerrillero; situarlo en la urbe; un guerrillero comprometido y convencido de la causa. Lo quise hacer como ejercicio de fe. Tenía planeado escribir sobre todo, su increíble capacidad para soñar, que es lo que yo creo es la fe y la esperanza.


El nombre de este personaje será Tomás Sabara y encontrará, en la lucha obrera, la plataforma política que necesita para convertirse en una figura mítica del movimiento social y de guerrilla. "Sabara comenzará a organizar a los trabajadores de una manera increíble. El movimiento obrero se unirá a él como nunca pudo hacerlo Cárdenas ni nadie: se convertirá en un caudillo."

¿Existe un lugar para la política dentro de la literatura? Yo pienso afirmativamente. En una sociedad que nos relega a vivir en, por, para, y a través del consumo, despertar las conciencias políticas de nuestros lectores es más que un ejercicio propagandístico: es un ejercicio de vida.

La agonía de la marmota es un texto que retrata las condiciones socio-políticas de la Generación Nintendo: inmersos en una sociedad banal, consumista y apolítica, los jóvenes creadores buscan con desesperación la manera de dar forma a sus propios discursos culturales.

Mira esta ciudad, ¿vale la pena escribir sobre ella, homenajearla? Sus calles, putas, vendibles al mejor postor; como si el tiempo fuera un padrote que todo lo compra y todo lo penetra, como si fuera dueño. [...] No vale la pena escribir sobre este bloque de cemento duro y macizo, con el gris de alma en medio de su pecho de piedra disecada y quieta. Nada de la ciudad resopla ya, ni el viento caliente, ni el sol a plomo; esta muerta, muertísima, no tiene nada de vida; pero sigue devorando.

La identidad local, la identidad regional, la identidad nacional no son mas que cuerpos sin vida que estamos condenados a arrastrar hasta el final de las nuestras. En esta época de desencanto y crispación política, debemos gritar ¡mueran los nacionalismos y las identidades impuestas por los hombres corruptos y sus instituciones putrefactas!

Santiago y Gerner se han encontrado en un tiempo y espacio compartidos. Sólo uno de ellos ha sentido la agonía necesaria para escribir sobre las injusticias políticas del mundo que lo rodea. La literatura como un mero artificio queda allá, lejos de la plaza pública y las calles colmadas de obreros. La literatura de Alonso es la literatura que necesitamos los hombres hendidos por un mundo que nos alecciona y pretende convertirnos en animales domésticos. Si la literatura no es el último resquicio para la revolución cultural y de conciencias, entonces, señores, estamos jodidos.

Terminaré con la frase poética que más me gusto de la novela: "Creo que no terminaré nunca de decir lo que quiero decir. Eso duele."


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Otras reseñas sobre La agonía de la marmota:

"El CTE rinde homenaje a Alejandro Ariceaga con literatura viva" en diario Impulso.

"La agonía de la marmota". Laura Zúñiga Orta.

"Algunos acercamientos a La agonía de la marmota, de Alonso Guzmán". Jesús Saúl Ordoñez García.


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Saludos.