martes, 25 de febrero de 2020

MARLú V.: la poesía (inútil) de Martha Lujano Valenzuela



Licenciada en Letras Latinoamericanas y Maestra en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México, Marlú V es una de las plumas más frescas de la poesía del Valle de Toluca. Autora de Poesía Inútil (1998, re-editado en 2019), Chiraspelas (Letras de Pasto Verde, 2016) y Hogar, Dulce Hogar (La Comuna Girondo, 2018), la voz de Martha se distinge por la profundidad con que aborda lo cotidiano: esa cotidianidad que existe en otras autoras y en otros textos, pero que, en la mirada de Marlú, alcanza niveles ontológicos:

No se conoce hombre
sino en la cama,
cansado sobre la almohada.

No se adivina mujer
más que a la mesa
comiendo, callada.

¿Y entonces, a qué?
A qué viene este escondernos
de las mesas y las camas.

Parecería que los divinos,
los que pretendemos,
nunca callan y no se aman.

El amor es, como siempre, tema ineludible para la poeta. Pero, de nuevo, su mirada sobre él es muy profunda: hay daño, hay impaciencia, hay soledad, hay dolor:

Tu sombra no existe más en mi tierra
tu duelo no ha muerto, sólo se ha ido
detrás de quimeras, de otros vestidos
luego de que araste mi triste parcela.

[...]

Curiosa coincidencia
al final de una botella,
vacía queda
igual que el que busca
en el asco
el amor que no encuentra.

En Hogar, Dulce Hogar este amor se vuelve patológico: la ruptura de pareja es el quiebre del hogar (y de la vida), pero la poeta no quiere dejar salir a ese alguien de su propia existencia. Hay dolor. Hay vacío. Pero existe una especie de masoquismo iracundo que trata de llenar el espacio emocional que ha dejado (en la poeta) la presencia del otro:

Sólo te pedí una cosa.
Una sola.
Sólo una, lo demás me lo callaba
a cambio de los días
que pasamos juntos
en un sueño de lágrimas y pijama.
No puedo negarte
que la muerte fue una dulcería
y en mi boca colocabas
toda clase de sabores
para degustar el dolor
hasta que mi cara cambiaba
y yo chillaba que me dejaras
y gritaba: ¡basta!
No comprendo por qué no usas capucha, ni llevas
en la mano un hacha.

El divorcio se legitima frente a los tribunales, y la rabia disminuye hasta devenir en compasión, casi en ternura. Es precisamente, la ternura lo que marca la poesía de Martha Lujano Valenzuela (y que me hace recordar mis propios poemas):

Debe haber poesía para nosotros
los incautos,
los del cigarro timoratos,
los que compramos en el super
paquetes para comer y tirarlos,
los que no dolemos,
consumistas, ignorados,
los que no conocimos el amor
en las estalactitas del sexo
ni aplastamos los pechos
sobre el tabú idolatrado.
Nosotros,
los de la escuela,
que no dimos víveres
ni organizamos la dádiva en Chiapas.
Nosotros, los inservibles, nosotros,
los otros, la gente; nosotros.

("Disrupcion". Poesía Inútil.)

De tiempo atrás, había visto el anuncio de la presentación de su obra en el Centro Toluqueño de Escritores, pero fue hasta hace unos días que la propia Martha me obsequió los textos sobre los que aquí opino. Me resulta interesante que la autora tenga aún varios libros sin editorial: Los cinco humores (2000), Diario de un verdadero olvido (2003), Juro que ha vuelto (2005) y Kamasutra para desesperados (2015). También, escribe la columna semanal "Mirilla" en Poderedomex.com de la cual rescato este pedazo de poema:

La casa familiar

En memoria de Don Pedro Aguilar Moreno

De madera las escaleras
de patriarca tus manos
el árbol de manzanas
y la higuera esperando
dar los frutos más altos.

La cocina rebosante
de queso y capulines
y tu conversación
sabia y serena
memoria prodigiosa
talento natural
precavido arquitecto
en tu casa no faltaba
había para todos
un lugar a la mesa
un boleto a la vida
la posibilidad
de pertenencia
sólo eso, la ilusión
de un tiempo querido
de una infancia soñada
música, vino, hogar había.

Ahora que partiste
está vacía la morada,
no hay familia
ni testigos ni casa, hay nada.

Una de las principales voces femeninas del Estado de México por conocer.


Saludos.

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