Privilegiados fueron los tiempos que me tocaron vivir: los tiempos en que el Centro Toluqueño de Escritores funcionaba promoviendo escribas núbiles; la época en que el Maestro Eduardo Osorio publicó varios libros y compartía sus hallazgos con los miembros del Taller de Narrativa del CTE; y cuando el Maestro Roberto Fernández Iglesias, fundador de TunAstral, adoctrinaba a cuánta persona interesada en la lectura se acercaba a sus eventos o a sus clases.
Nacido panameño, transculturalizado en New York, radicado en Toluca, Roberto Fernández Iglesias se convirtió en una de mis influencias intelectuales y poéticas más fuertes. Irónico, sádico, erudito, siempre nos recomendaba, a los estudiantes de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la UAEMex, leer, leer y volver a releer. "Leer no debe convertirse en hábito", ironizaba, frente a la pregunta de una compañera, "leer debe ser una forma de vida para ustedes".
Becario del Centro Toluqueño de Escritores, publicó en 1985, Retrato parcial, el primer libro de su autoría que pude tener en mis manos:
Todos los ojos convergen
de puñaladas
parecen ramas de grito
sobre la palabra
Ese
tronco común
en los pies
de
nuestra
herencia
Poesía mágica, casi dadaísta, que sin tener el soporte artístico de su autor, parecería un cadáver exquisito:
Solo he escrito
las
cosas
ya
escritas
Pude hacerlo a tiempo
y
no
estuve
Me desperté
y estaba muerto
No lo descubrí
entonces
Nadie
lo
ha
descubierto
Al igual que sucede con Alejandro Jodorowsky, varios de los poetas de mi generación no entienden (no valoran) la poesía de Fernández Iglesias. Al Maestro se le quiere y se le reconoce más por su tarea de difusión cultural (y por su aguda crítica literaria) que por lo que ha escrito en verso.
Pese a todo, el universo poético de Fernández Iglesias es tan grande como su ego:
Mi principal problema
es que pertenezco
y soy pertenecido
Después sufro
porque poseo
y soy poseído
[...]
Ahora comprende
De eso no sé mucho
de lo otro tampoco
ni de aquello
Soy un ignorante
casi total
Me basta con saber
que vivo
[...]
La ignorancia
me da la infinitud
para ser otro dios
sin pretenciones
[...]
Pero no
señores
no estoy contento
en
lo
más
mínimo
Todo lo que he hecho
es apenas un ensayo
Todavía
debo
salvar
al
Universo
Jajajajajoooo
Risa tipo Santaclós. Versería libre. Después de leer Retrato parcial, me conseguí Trastienda (1994), el poema largo que, según palabras del propio Fernández Iglesias, se inspira en la estructura La Tierra baldía de Thomas Stearns Eliot.
Lo amé. Revolución, Cuba, Vietnam, The Beatles, el himno de una generación que se mete a hacer poemas como acto contestatario ante un sistema social muy controlado:
tú y yo metidos a poetas
a versistas
metidos a estar vivos
metidos a revolucionarios
metidos
[...]
la revolución es una forma de andar
de andar en la mejor compañía
la mejor compañía de muertos y vivos
[...]
no importa que sea pobre rico o malandrín
no sea poeta
eso es pecado
es masturbarse pecado solitario
Un libro basto cuyos versos comencé a enumerar, pero de los cuales perdí la cuenta al llegar a los espacios en blanco:
Finalmente, a finales del año pasado, pude tener en mis manos Furiosa sustancia (2010), la antología más reciente de Roberto Fernández Iglesias. De ella, y para cerrar este post, recupero un gran poema:
Maniqueísmo
Lo malo no es cristo
sino los cristianos
lo malo no es Nietzsche
sino los nietzscheanos
lo malo no es Kant
sino los kantianos
lo malo no es Marx
sino los marxistas
lo malo no es el Papa
sino los papistas
lo malo no es la democracia
sino los demócratas
lo malo no son las putas
sino los hijos
¡Dios salve a Roberto Fernández Iglesias! ^o^
Saludos.
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