Una de las razones por las que dificilmente participo en concursos literarios es porque, en sus convocatorias, requisitan que el material que se somete a concurso sea "inédito". Esto implica una imposibilidad para escritores como yo que, conforme van escribiendo, van publicando (incluso, en redes sociales).
Los primeros poemas de este libro, por ejemplo, fueron publicados en la revista
La Luna, dirigida por mi amigo Miguel Ángel Alvarado. Y el poema "Ayotzinapa" se publicó
en este blog, luego de ser rechazado por los dictaminadores de la revista
La Colmena, que arguyeron falta de "efecto estético" y falta de "dominio de los recursos retóricos empleados" [
sic.]
Luego, entre agosto y diciembre de ese mismo año, confeccioné cada uno de los textos que componen Lolitas' parade, el poemario más incómodo del libro. La idea inicial de ese compendio era escribir un poema largo sobre la presencia de las nínfulas en la literatura universal (hasta llegar a "Lolitas" más modernas) pero terminé (como siempre) abordando mi vida personal: mis desamores, mis filias y otras pérdidas:
Idaly y yo íbamos a tener una niña llamada Karine Sophie
pero abortamos.
Nuestra relación tóxica llegó a un final
y la promesa de esa vida no pudo constituirse (para ninguno de los dos).
Luego, escribí sobre ello,
y el testimonio de mi pérdida se convirtió en un best seller.
La ironía con la que asumo el tono de mi creación, en ese libro, me llevó a componer el resto de los poemas: de "Condenar la mirada" a "Niñitas arrechas" juego a shockear/incomodar/asquear al lector.
Para muchos de mis detractores, este poemario será la prueba definitiva de que soy un pedófilo (y con ello, una amenaza para la sociedad global). Pero eso no es una idea nueva. Está enunciada desde mi propia
Moratoria. Sin embargo, tal como he referido
en otro post de este blog, a pesar de que es un tema recurrente en lo que escribo, no me considero un apólogo de la pedofilia.
Y luego está Pain in the Haze, el poemario que da nombre a todo el libro: el resultado de una lucha interna (conmigo mismo) por poetizar no sólo la experiencia de pedófila sino la violencia sexual en contra de niñas y adolescentes pero desde la propia perspectiva de la víctima:
(mi tío)
me metía al baño
y me bajaba el calzón
para ponerme a orinar en los bordes de la taza
-chorros calientes que bajaban por mis piernas-
mientras él me tocaba
curioso
interesado
fascinado
después
me abría de piernas
y me chupaba, por dentro,
como si fuera una fruta
una naranja -quizá- pero sin semillas
su lengua ávida -rasposa-
como un perro de caza
lamiendo ánsioso el cadáver de su presa
Desde "Mil pederastas" hasta "
A woman's pride", realizo el ejercicio de escribir como una mujer herida. El tipo de poesía que he disfrutado leer, en los últimos años, al acercarme a Pizarnik, a Sexton, a Juárez, a Luna Flores.
Para Freud, los cuentos y los mitos utilizan un mecanismo parecido al de los sueños: representan una forma camuflada de satisfacer el deseo y la omnipotencia inconscientes. Lo mismo sucede con la poesía. Pude escribir una segunda parte de Ensayo sobre pedofilia. Preferí escribir un libro de poemas.
Agradezco a
Daniel Zetina por la paciencia y el trabajo minuscioso que realizó con esta edición. Y agradezco, también, su empatía y su amplitud de criterio. Este libro fue ofrecido a distintas editoriales a lo largo del 2020, y sólo
Infinita lo aceptó publicar. ¡Enhorabuena!
Agradezco, también, a Itzel Rayas Cevico por la brutal (y hermosa) ilustración de portada. Los tonos verdes (tanto en el cover como en los interiores) tratan de dar la apariencia de una niebla espesa (haze). El resto son, como siempre, referencias a Lolita.