martes, 4 de julio de 2017
"En este rincón del mundo": el sufrimiento japonés más allá de Hiroshima
Cuando escribí «Bullying a Murakami», una de mis principales quejas en contra del escritor japonés fue que no aborda en sus textos las calamidades que sufrió la población civil en la Guerra del Pacífico, ni realiza una crítica en contra del Imperialismo japonés (y sus aliados), y menos aún, señala las consecuencias que trajo para el Japón seguir dicha ideología.
Para aquellos que hemos estudiado la Historia japonesa, y hemos visto asombrados el nacimiento del «Cool Japan», nos llena de indignación que uno de los escritores japoneses al que se le han destinado más recursos humanos, técnicos y financieros por parte del gobierno japonés no le interese escribir sobre la historia bélica de su país, creando con ello, una literatura ahistórica, una literatura light.
Sin embargo, en la contemporaneidad, las historias que valen la pena no sólo vienen en forma de libro. Nuestra generación ha podido conocer historias conmovedoras a través de las películas de animación japonesa, por ejemplo. Historias que no siempre han sido ficticias, sino que han mostrado al mundo acontecimientos que ocurrieron en la realidad social e histórica del Japón.
Algunas de estas películas son La tumba de las luciérnagas (1988; en japonés, Hotaru no haka), la historia de dos huérfanos de la ciudad de Kobe y su lucha por sobrevivir a la Guerra del Pacífico; El viento se levanta (2013; en japonés, Kaze tachinu), la historia semi-biográfica de Jirō Horikoshi, ingeniero aeronáutico que diseñó el Mitsubishi A6M Zero, uno de los aviones de caza que atacó Pearl Harbor en 1941; o la más reciente, En este rincón del mundo (2016; en japonés, Kono sekai no katasumi ni), ganadora del Premio de la Academia Japonesa a la Mejor Película de Animación, otorgado en 2017, y selección oficial del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología del gobierno japonés (MEXT).
En En este rincón del mundo, adaptación fílmica del manga de mismo nombre dibujado por Fumiyo Kōno, se aborda de manera realista el sufrimiento de la población civil de Kure, una localidad semi-agrícola al sur de la ciudad de Hiroshima, en tiempos de la Guerra del Pacífico (1941-1945). Del racionamiento de alimentos, a la hambruna. De la amenaza de ataques del ejército enemigo, a la construcción de refugios antibombas. Del temor a la muerte, a la pérdida de los seres más queridos. De la esperanza de una victoria militar, a la derrota.
Suzu Urano, la protagonista de esta historia, estalla en lágrimas al enterarse, por la radio, de que el Imperio japonés se ha rendido ante el ejército extranjero.
"¡Todo esto para qué! ¡No, no es posible! ¡No podemos rendirnos ante la violencia! ¡No podemos rendirnos ante la violencia! ¡Yo soy quien debería estar muerta!"
La pérdida de Suzu es demasiada: no sólo ha perdido a su familia y a sus amigos, sino, también, ha perdido las ganas de vivir. Sufre, al ser la sobreviviente de una guerra absurda. Pero, también, sufre porque, ahora, su imaginación y su optimismo no le alcanzan para mantenerse con vida, para enfrentar la realidad de la posguerra, para no dejarse morir.
Este sufrimiento no es un sufrimiento cualquiera. Es un sufrimiento japonés. Un sufrimiento que aparece, ante los ojos del espectador, con dramatismo; contrapunteado siempre por el optimismo que, en los peores momentos, ponen de manifiesto Suzu y los demás personajes que la rodean.
Después de un ataque aéreo con bombas incendiarias, una de sus vecinas le dice a Suzu, acercándole una porción de alimento: «Adelante, toma una. Mi casa está quemada, pero las papas se cocieron bien.» Un optimismo casi histérico.
El drama de En este rincón del mundo no radica en la muerte de un niño o una niña, como en La tumba de las luciérnagas, sino en el continuar de la vida de hombres, mujeres y niños tras la guerra. Es ese esfuerzo por mantenerse en pie, esta especie de solidaridad comunitaria, lo que apabulla.
A diferencia de Gen, el descalzo (1983; en japonés, Hadashi no Gen), el bombardeo atómico de Hiroshima, así como sus consecuencias, no son los temas centrales de En este rincón del mundo. Por el contrario, la película nos muestra que no es necesario haber sido víctima de una bomba atómica para sufrir por la guerra.
Este punto es sumamente importante porque, en el «imaginario occidental» (es decir, estadounidense y europeo), los civiles japoneses se convirtieron en víctimas de la Guerra del Pacífico debido a los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Omitiendo el hecho de que las fuerzas aliadas, a lo largo de la Guerra del Pacífico, arrasaron con otras ciudades japonesas como Osaka, Kobe, Nagoya, Yokohama y Tokio; lo cual dio como resultado casi un millón de víctimas civiles.
En palabras de su Director, Sunao Katabuchi, En este rincón del mundo cumple con una función primordial: mostrar a las nuevas generaciones el sufrimiento que vivieron los japoneses en la Guerra del Pacífico.
Para finalizar, cabe aclarar que el financiamiento de la producción de la película corrió a cargo de una campaña de crowfunding en la que se obtuvo la cantidad de 39 millones de yenes gracias a 3,374 contribuyentes que aportaron a esta campaña en Internet. Además, otros 10 millones de yenes se lograron reunir, en noviembre de 2016, para promover la película en el extranjero.
Este es el tipo de productos culturales que se necesitan en el siglo XXI, y no los productos ahistóricos con los que las corporaciones lucran, no sólo en Japón, sino en el resto del mundo.
(Las ilustraciones que acompañan a este texto provienen del manga dibujado por Fumiyo Kōno.)
[Publicado, también, en la revista Los Cínicos.]
Saludos.
Etiquetas:
Anime y Manga,
Arte Visual,
Historia Libertaria,
Japón,
Los Cínicos
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