En compañía de Jorge Grajales y José Antonio Monterrosas Figueiras, el día de ayer se llevó a cabo la presentación en la Ciudad de México de mi primer libro de cuentos titulado Eternos juegos de amor.
Acompañado también por mi amigo Héktor, avecindado en la Capital, hicimos fila junto a los demás asistentes, justo a las puertas del Auditorio del Centro cultural "José Martí" (que dicho sea de paso, conocí gracias a los maratones nocturnos de cine organizados por Jorge Grajales en el año 2006).
Visiblemente nervioso, escuché a los dos presentadores hablar tanto de los temas como de la hechura de mi obra. Jorge Grajales fue el primero en tomar el micrófono para señalar, desde el primer momento, que mi libro era "demasiado polémico para los tiempos en que vivimos".
El amor adolescente, pero más aún, el despertar sexual que se da en la pubertad (retratado en el cuento "Juego de niños") le recordó al experto en cine la película Maladolescenza (1977) del italianao Pier Giuseppe Murgia.
Yo me sentí sumamente alagado al escuchar que se comparara uno de mis textos con la premisa de una de las películas más polémicas (después de Pretty Baby y la Lolita de Lyne) que se atrevió a sexualizar en la pantalla grande a las actrices infantiles (o por lo menos, menores de edad).
Eva Ionesco y Lara Wendel en una escena no-explícita de Maladolescenza.
¿Cómo decides, en un contexto como el de México, que tiene millones de casos de pedofilia y de abuso sexual a infantes, construir tu oficio narrativo desde el desarrollo de este tema, a partir de la ficción, como es en este caso?
¿Cómo se desposee el autor como persona y cómo se diferencia del narrador? ¿Cuál es el interés no personal sino narrativo de abordar estos temas?
¿Tu ser narrativo concuerda con tu ejercicio facebukero, por ejemplo, de socializar y normalizar la pedofilia, incluso me atrevo a decir, la violación de mujeres y niñas por el hecho de estar cerca de un hombre adulto (como casos muy sonados en recientes semanas)?
¿Cuál sería en ese sentido la diferencia entre el juego facebukero, si lo dices desde un punto de vista de un personaje o tu persona a diferencia de un libro como éste, donde sí, como ya lo expliqué se aborda el tema de las relaciones entre adolescentes carnales, pero vistas desde un escritor de casi cuarenta años, papá de una niña y siendo maestro?
Te dejo esas preguntas, sobre todo en un momento en el que estamos en una situación muy compleja de feminicidios, de violencia, dirían las feministas, heteropatriarcal, y que este libro me parece que es interesante porque sí hay una muestra de esa estructura, que se está rompiendo y que tiene que ver con este tema también del amor romántico, que al final como mencionaba en estos fragmentos sobre el amor, yo creo que estamos en un tiempo en el que entender el amor desde esta idea del amor romántico, pues se está desarmando, desestructurando.
La respuesta que di transitó por los lugares comunes: el derecho a la libertad de expresión, la diferencia entre erotismo y pornografía, el mito de los niños como seres asexuados, mi posición frente a los movimientos feministas, etcétera, etcétera, etcétera.
Después, aterricé:
El texto se defiende solo. Hay pistas, hay claves, hay momentos en los que el lector sabrá que estoy jugando con él y otras partes en que le lector no quiera jugar y rechazará el texto. Cada quien se acercará al texto y el texto se debe de defender solo. Yo lo único que puedo decir es que sí es ficción, aunque existen los personajes en la vida real: existe una Viridiana, existe una André, existe una Dinorah, existe una Xóchilt, todas ya mujeres casadas con hijos, con una vida hecha, pero que yo tenía la necesidad de retomar porque todo lo que ellas significaron para mí, pues está escrito aquí.
Casi al final, se acercaron un par de personas para adquirir el libro, y pedirme que se los dedicara. Se hizo tarde. Salimos del Auditorio, y del Centro cultural "José Martí". Ya en la explanada, les pedí a mis presentadores que nos tomáramos una foto.
De corazón, agradezco sus palabras y su compañía. Reconozco sus lecturas de mi obra. Reconozco, también, nuestras diferencias de carácter y de opinión. Tal como se los confesé, un poco antes de salir del recinto, el ejercicio de escuchar la lectura de personas que no son escritores profesionales literarios, me satisfació mucho. Ambos, críticos de cine, dejaron una reflexión profunda en mí.
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