Entrevistado por la periodista mexicana Carmen Aristegui, Dussel recordó que “Bolivia era el país más pobre junto con Haití, y ha aumentado su porcentaje de riqueza como ningún otro. Nadie podía esperar una reacción ahí. Un primer tema es cómo reacciona un sector de clase que habiendo estado en la pobreza y gracias a los gobiernos progresistas ingresan a una clase media. Tienen otras aspiraciones que no son salir de la pobreza. Hay un cambio en la subjetividad. Se pasa a la subjetividad consumista que cree que ciertos proyectos de derecha pudiesen solucionar sus nuevas aspiraciones”.
Agregó el teólogo que “quienes salieron de la pobreza en Bolivia son sujetos que en el fondo aspiran a ser un consumista neoliberal. Y ahí entra un factor: en un golpe de Estado como el de (el militar chileno Augusto) Pinochet, los que dirigieron ese proceso, lo mismo con los militares argentinos, decían que tenían que afirmar una civilización occidental cristiana católica de derecha contra el comunismo”.
“Un nuevo fenómeno son las iglesias evangélicas que están apoyando el proceso brasileño y en Bolivia, con un hombre desaforado como (Luis Fernando) Camacho, que dice algo esencial: «Vamos a sacar de los lugares públicos la Pachamama y vamos a imponer la Biblia». Pero esa biblia no es la católica, es la de los grupos evangélicos. Toma la cultura popular de los pueblos originarios como un horrible paganismo que el cristianismo debe reemplazar a rajatabla.
Es una biblia evangélica que viene de las sectas norteamericanas que cambia la subjetividad. Se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales, deje las borracheras y se proponga trabajar y entrar en la sociedad consumista capitalista burguesa”, señaló Dussel.
Sumados a estos factores, señala Russel que “en Bolivia se da por un lado la blanquitud, el blanco que desprecia al indígena, a las cholas, que consigue con la doctrina de la OEA de (su secretario general Luis) Almagro. Eso da un panorama en América Latina que hay que abordar con mucha seriedad”.
“Las tradiciones aymaras, que además vienen siendo influenciadas por cinco siglos de catolicismo, se enfrentan ahora con los evangélicos. Va a ser una especie de lucha religiosa pero que es esencialmente política. Eso explica otra cosa: la teología de la liberación, que es cristiana pero se apoya en los pobres contra los ricos. «Bienaventurados los pobres, malditos los ricos». Eso es invertido en los grupos evangélicos. Eso supone toda una revisión histórica teórica que la izquierda no está habituada, porque proponía el ateísmo como condición de ser transformador. Se encaraba al indígena y como éste tenía toda su condición religiosa no sabía cómo tratarlo y se lo rechazó. Y ahora hay que asumirlo y enfrentarlo a un evangelismo pronorteamericano”.
Los evangélicos, señala Dussel, “le dan un sentido: «Deja todas esas costumbres nefastas, hazte un hombre austero, trabajador, bien organizado y saldrás de la pobreza porque Dios te va a bendecir con una riqueza aceptable». La riqueza es considerada como en el antiguo calvinismo como una bendición de Dios. La Pachamama es el origen de la pobreza”.
“Esa biblia reinterpretada desde un hombre moderno norteamericano es el origen de la posibilidad de una nueva Biblia, eso es hoy usado por la OEA y la nueva política norteamericana que se está retirando de Medio Oriente. Se habían alejado de América Latina, pero como en Irak e Irán han sido derrotados, vuelven a Latinoamérica y la quieren recuperar. Eran sutiles los métodos pero hemos vuelto a los golpes de Estado”, remató Dussel.
Entre los años 2006 y 2011, el Gobierno de los Estados Unidos de América, a través de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (cuyas siglas son ATF, en inglés), implementó un operativo denominado "Fast and Furious" el cual consistía en permitir deliberadamente la venta de armas de fuego con licencia a compradores ilegales, con la "esperanza" de rastrear las armas de fuego que llegarían a los líderes de los cárteles de drogas mexicanos.
Pero el operativo falló porque los agentes de la ATF no pudieron rastrear efectivamente la cantidad de armas de fuego que llegaron a los cárteles mexicanos: el ATF monitorizó la venta de más de 2000 armas, de las cuales sólo se recuperaron 710. El resto, hasta la fecha, siguen desaparecidas.
El escándalo llevó a una interminable investigación del Congreso de EEUU, que comenzó en 2011. El director de la ATF, Kenneth Melson, el alto funcionario del Departamento de Justicia Jason Weinstein, el fiscal federal de Arizona Dennis Burke, y su jefe de la división criminal Patrick Cunningham, todos dimitieron como consecuencia de aquello. El Congreso votó a favor de mantener al fiscal general Eric Holder en desacato por negarse a entregar documentos solicitados, siendo la primera vez en la historia de Estados Unidos que un miembro activo del gabinete del presidente ha sido castigado con esa sanción. El titular renunció en 2014.
A medida de que se fue conociedndo la información sobre el caso, las autoridades mexicanas reaccionario de una manera blandengue y tibia. Bien pudieron demandar al Gobierno de Estados Unidos frente al Tribunal Internacional de La Haya por el delito de terrorismo, al haber permitido que los cárteles mexicanos se armaran. Bien pudieron, también, haber impuesto sanciones económicas o requerir VISA a los estadounidenses que ingresan a nuestro territorio. Pero no. El gobierno espurio de Felipe Calderón Hinojosa permitió que se pisoteara la soberanía nacional:
Detrás de sus críticas a Estados Unidos por la liberación de la venta de armas largas, la administración de Felipe Calderón concertó con la de Barack Obama la introducción ilegal de ese arsenal a México, destinado a la delincuencia organizada.
El gabinete de seguridad nacional estuvo enterado y hasta participó en operaciones clandestinas diseñadas en aquel país para introducir los cargamentos, en el marco de la “guerra al narcotráfico” del entonces presidente.
[...]
Un cable difundido por WikiLeaks da cuenta de la reunión llamada Northern Border Conference, “diseñada a petición del lado mexicano” y que tuvo lugar entre el 22 y el 26 de septiembre de 2009 en Phoenix, Arizona.
Fue en la oficina regional de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) en esa ciudad donde se pusieron en marcha al menos tres operativos de entrega “controlada y vigilada” de armas a México.
[...]
El cable fue elaborado por la embajada de Estados Unidos en México el 9 de octubre de 2009 y está dirigido a distintas oficinas en Washington, entre ellas los departamentos de Estado, de Justicia, de Seguridad Interna y del Tesoro, además del Comando Sur del Ejército estadounidense, con sede en Miami.
[...]
El cable diplomático menciona a las oficinas que participaron en esa reunión, aunque se reservó los nombres de los funcionarios. Sólo se refiere a oficiales de la Sedena, la Semar, la PGR, la SSP, el SAT, el Cisen, la Oficina de la Presidencia de la República y la SRE. Señala que en el caso de la PGR estuvieron fiscales, peritos y agentes de inteligencia.
Ahora, en tiempos de la 4T, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador debería volver a revisar este asunto, y procesar por el delito de Traición a la Patria a todos los funcionarios involucrados en este episodio vergonzoso de la historia reciente de México.
Allá vienen
los descabezados,
los mancos,
los descuartizados,
a las que les partieron el coxis,
a los que les aplastaron la cabeza,
los pequeñitos llorando
entre paredes oscuras
de minerales y arena.
Allá vienen
los que duermen en edificios
de tumbas clandestinas:
vienen con los ojos vendados,
atadas las manos,
baleados entre las sienes.
Allí vienen los que se perdieron por Tamaulipas,
cuñados, yernos, vecinos,
la mujer que violaron entre todos antes de matarla,
el hombre que intentó evitarlo y recibió un balazo,
la que también violaron, escapó y lo contó viene
caminando por Broadway,
se consuela con el llanto de las ambulancias,
las puertas de los hospitales,
la luz brillando en el agua del Hudson.
Allá vienen
los muertos que salieron de Usulután,
de La Paz,
de La Unión,
de La libertad,
de Sonsonate,
de San Salvador,
de San Juan Mixtepec,
de Cuscatlán,
de El Progreso,
de El Guante,
llorando,
a los que despidieron en una fiesta con karaoke,
y los encontraron baleados en Tecate.
Allí viene al que obligaron a cavar la fosa para su hermano,
al que asesinaron luego de cobrar cuatro mil dólares,
los que estuvieron secuestrados
con una mujer que violaron frente a su hijo de ocho años
tres veces.
¿De dónde vienen,
de qué gangrena,
oh linfa,
los sanguinarios,
los desalmados,
los carniceros
asesinos?
Allá vienen
los muertos tan solitos, tan mudos, tan nuestros,
engarzados bajo el cielo enorme del Anáhuac,
caminan,
se arrastran,
con su cuenco de horror entre las manos,
su espeluznante ternura.
Se llaman
los muertos que encontraron en una fosa en Taxco,
los muertos que encontraron en parajes alejados de Chihuahua,
los muertos que encontraron esparcidos en parcelas de cultivo,
los muertos que encontraron tirados en la Marquesa,
los muertos que encontraron colgando de los puentes,
los muertos que encontraron sin cabeza en terrenos ejidales,
los muertos que encontraron a la orilla de la carretera,
los muertos que encontraron en coches abandonados,
los muertos que encontraron en San Fernando,
los sin número que destazaron y aún no encuentran,
las piernas, los brazos, las cabezas, los fémures de muertos
disueltos en tambos.
Se llaman
restos, cadáveres, occisos,
se llaman
los muertos a los que madres no se cansan de esperar
los muertos a los que hijos no se cansan de esperar,
los muertos a los que esposas no se cansan de esperar,
imaginan entre subways y gringos.
Se llaman
chambrita tejida en el cajón del alma,
camisetita de tres meses,
la foto de la sonrisa chimuela,
se llaman mamita,
papito,
se llaman
pataditas
en el vientre
y el primer llanto,
se llaman cuatro hijos,
Petronia (2), Zacarías (3), Sabas (5), Glenda (6)
y una viuda (muchacha) que se enamoró cuando estudiaba la primaria,
se llaman ganas de bailar en las fiestas,
se llaman rubor de mejillas encendidas y manos sudorosas,
se llaman muchachos,
se llaman ganas
de construir una casa,
echar tabique,
darle de comer a mis hijos,
se llaman dos dólares por limpiar frijoles,
casas, haciendas, oficinas,
se llaman
llantos de niños en pisos de tierra,
la luz volando sobre los pájaros,
el vuelo de las palomas en la iglesia,
se llaman
besos a la orilla del río,
se llaman
Gelder (17)
Daniel (22)
Filmar (24)
Ismael (15)
Agustín (20)
José (16)
Jacinta (21)
Inés (28)
Francisco (53)
entre matorrales,
amordazados,
en jardines de ranchos
maniatados,
en jardines de casas de seguridad
desvanecidos,
en parajes olvidados,
desintegrándose muda,
calladamente,
se llaman
secretos de sicarios,
secretos de matanzas,
secretos de policías,
se llaman llanto,
se llaman neblina,
se llaman cuerpo,
se llaman piel,
se llaman tibieza,
se llaman beso,
se llaman abrazo,
se llaman risa,
se llaman personas,
se llaman súplicas,
se llamaban yo,
se llamaban tú,
se llamaban nosotros,
se llaman vergüenza,
se llaman llanto.
Allá van
María,
Juana,
Petra,
Carolina,
13,
18,
25,
16,
los pechos mordidos,
las manos atadas,
calcinados sus cuerpos,
sus huesos pulidos por la arena del desierto.
Se llaman
las muertas que nadie sabe nadie vio que mataran,
se llaman
las mujeres que salen de noche solas a los bares,
se llaman
mujeres que trabajan salen de sus casas en la madrugada,
se llaman
hermanas,
hijas,
madres,
tías,
desaparecidas,
violadas,
calcinadas,
aventadas,
se llaman carne,
se llaman carne.
Allá
sin flores,
sin losas,
sin edad,
sin nombre,
sin llanto,
duermen en su cementerio:
se llama Temixco,
se llama Santa Ana,
se llama Mazatepec,
se llama Juárez,
se llama Puente de Ixtla,
se llama San Fernando,
se llama Tlaltizapán,
se llama Samalayuca,
se llama el Capulín,
se llama Reynosa,
se llama Nuevo Laredo,
se llama Guadalupe,
se llama Lomas de Poleo,
se llama México.