Publicado en EMEQUIS:
Doña Anita tiene 86 años, y hace como 30 que no va al cine. Dejó de gustarle con eso de las encueratrices y ficheras. No, ella está muy a gusto con sus telenovelas, además ¡el cine está carísimo! Su único entretenimiento es la tele, aparte de los viajes a Xochimilco para comprar malvones, dedo de niño Dios, nopalitos, rosarios y uno que otro belén. Anita sufrió mucho cuando termino la fea más bella, y se entera de lo que pasa en el país y más allá en los noticieros. Ella voto por Andrés Manuel López Obrador en el 2006 que, con eso del apoyo a los viejitos, la hacia sentir muy agradecida: “capaz que llega a presidente otro y me quita mi despensa”. A pesar de la guerra sucia y la campaña mediática contra El Peje, ella le dio su voto. Cuando se enteró de que Felipe Calderón había quedado como presidente, enfureció: igual que muchos, estaba segura de que se había hecho fraude electoral como en los tiempos del PRI.
Cuando las masas obradoristas hicieron el plantón en Reforma y el Zócalo, ella comenzó a tener sus dudas: capaz que López Obrador estaba enloqueciendo al secuestrar la ciudad tal y como sugerían Adela Micha y ese tal Espino. Así que, sin dejar de ver su televisioncita, anita termino por resignarse: “ni modo, ora este chaparro sin chiste va a gobernar”. Y comenzó a operar en ella esa amnesia que tiene hundido en un sopor mustio a un país entero. Acá la memoria histórica es un olvido. A lo mucho una anécdota que ni risa ni llanto provoca.
Si embargo, cuando se enteró de que el cine estaba dando una película en la que se revivían las jornadas electorales de hace un año, y donde se demostraba que Calderón había llegado a la presidencia mediante un fraude, ella le pidió a uno de sus hijos que la llevara a verla.
Cuando entró a la sala se sorprendió de la elegancia tan distinta de estos nuevos cines a los de su época… Apagaron las luces y ella comenzó a hacer cuentas de cuantas cosas habría dejado de comprar para sus necesidades con tal de pagar su boleto y el de su hijo, quien finalmente disparo las entradas a pesar de sus protestas.
Comenzó Fraude, México 2006, el documental de Luis Mandoki, y algo ya se revolvía en su panza. Pensó en las sopas de habas que se comiera en el almuerzo, de pronto se vio a sí misma en medio de las masas que se apelotaban en el Zócalo, apoyando al peje en las movilizaciones de 2006. Ella no había querido ir, “imagínate estar en medio del gentío y con ese dolor de piernas que luego me da”, pero al ver en la pantalla un sin fin de viejitos màs viejos que ella, con sus pancartas, como esa que ella misma pusiera en la puerta de su casa cuando lo del desafuero, supo que el retortijón que tenia era de coraje. Y allí estaba en pantalla, dando sus razones con la calma y profundidad que ningún medio le permitiera, ese hombre por el cual ella había votado. Y pues loco o no, la gente tenía derecho a exigir que se respetaran su decisión de elegirlo como presidente. Muchas cosas de la película no entendía, eso de los datos y números, las reuniones del Trife, las declaraciones de Luís Carlos Ugalde; pero su hijo le explicaba a voz fuerte, sin miedo que la gente lo callara, porque los esperadores mentaban madres cada que salía Vicente Fox o algún funcionario con sus retahíla de mentiras a flor de labio.
Cuando llego a su casa, puso a entibiar un poco de leche y busco entre sus tiliches ese cartel de El Peje que había olvidado debajo de quien sabe cuantas cosas. Cuando lo encontró, la leche ya se había tirado, entonces se sentó a la mesa muy triste, viendo la olla de peltre derramada en costras blancas. Y lloró, lloró más que cuando acabo su telenovela.
Saludos.
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