En vísperas de la votación del referendum sobre si Gran Bretaña debía seguir formando parte de la Unión Europea (o no), encontré el documental Brexit: The Movie, escrito y dirigido por Martin Durkin, en el cual se exponen algunas de las razones por las que, según su realizador, los ciudadanos británicos debían de votar por la salida de su país de la EU.
Los argumentos vertidos en este documental me parecieron sumamente convincentes. Sobre todo, aquellos relacionados con el sistema político que rige la EU, en especial, la forma en que se ha constituído y opera la Comisión Europea.
Estas instituciones, que anulan la soberanía de los países miembros de la UE, tienen, además, un rasgo predominantemente anti-democrático, ya que los miembros de la Comisión y del Consejo europeos no son elegidos por los ciudadanos, sino por sus pares políticos. La Wikipedia refiere de qué manera se da este proceso de "elección":
Los miembros de la Comisión son designados y nombrados conforme a distintos procedimientos, en función de la responsabilidad que ocupen en el seno del Colegio. Así se diferencian tres comisarios cuyo caso presenta notables especificidades dentro del proceso de nombramiento:
1) el Presidente de la Comisión, que es elegido directamente por mayoría absoluta del Parlamento Europeo, previa propuesta del Consejo Europeo formulada por mayoría cualificada, tras la exposición de su programa ante la Cámara y después de un debate de investidura;
2) el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que es nombrado por el Consejo Europeo, de acuerdo con el Presidente de la Comisión, sin perjuicio del requisito de audiencia ante la comisión parlamentaria correspondiente y del posterior nombramiento conjunto del Colegio, que deberá cumplimentar para asumir plenamente sus funciones como Vicepresidente de la Comisión;
3) los demás Vicepresidentes, que son nombrados como tal a voluntad por el Presidente de la Comisión de entre sus miembros.
Eso quiere decir que, para ser Comisario Europeo, o se tiene apoyo político en el Parlamento o se tiene buena relación con el Presidente de la Comisión Europea (elegido, a su vez, por el Parlamento). No existe votación directa ni proporcional, ni entre los representantes de los países que conforman la UE ni entre sus ciudadanos.
Este tipo de expresiones llevaron, incluso, a algunos columnistas a defender a la EU, esgrimiendo que aunque la Unión tiene fallas en su integración y su forma de trabajo, no se puede dejar en manos de inexpertos ciertas tomas de decisiones.
Lo cierto es que, desde algunos años atrás, los ciudadanos europeos, decepcionados por el papel de la UE frente a las crisis económicas de España y de Grecia, han subrayado que el proyecto de una Europa integrada, fraternal, éxitosa en lo económico, y que velara por el desarrollo de sus pueblos y los derechos humanos de sus agremiados, se ha ido al caño.
Tal como ha mostrado el documental The Brussels Business, actualmente, la UE se encuentra controlada por diversos grupos de intereses que ejercen presión sobre los políticos que toman las decisiones. Algunos de ellos, por supuesto, solo velan por los intereses económicos de las corporaciones de Europa. Esas mismas corporaciones que han penetrado, en los últimos años, los mercados latinoamericanos.
Ahora que el pueblo británico ha votado por la salida de su país de la Unión Europea, es tiempo de que los políticos que quedan en dicho organismo revisen hasta qué grado el neoliberalismo seguirá siendo la doctrina económica a seguir al interior de su Unión, y qué otros modelos económicos podrán implementar para garantizar el desarrollo de sus pueblos y de sus habitantes.
Saludos.
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