lunes, 10 de marzo de 2014

A tres años del desastre nuclear de Fukushima


http://en.wikipedia.org/wiki/Timeline_of_the_Fukushima_Daiichi_nuclear_disaster

El próximo martes 11 de marzo, se conmemora el tercer aniversario de la catástrofe nuclear de Fukushima, accidente ocasionado por el impacto de un tsunami de más de 38 metros de altura sobre las instalaciones del Complejo I de la central nuclear del mismo nombre, administrada por la empresa privada TEPCO (Tokyo Electric Power Company), que provocó la fusión de tres de sus cuatro reactores y el incendio del reactor restante.



El incidente nuclear que, en un inicio, tanto los burócratas del gobierno japonés como los directivos de TEPCO trataron de minimizar, se convirtió en el peor accidente de su tipo en la historia, aún sobre Chernobyl, y significó para más de 300 mil personas, la reubicación permanente lejos de la zona de exclusión, así como un cambio completo en su vida cotidiana; mientras que, para cientos más, la prolongada exposición a la radiactividad les trajo problemas de salud, e incluso, cáncer, tal como lo ha retratado el documental A2-B-C de Ian Thomas Ash.



Tres años después del cataclismo, poco se sabe sobre las condiciones de vida de los habitantes de Fukushima, así como de su condiciones económicas, médicas y anímicas. Esto es en parte porque, desde el gobierno japonés, se ha establecido una política de control de la información relacionada con los niveles de radioactividad presentes tanto en el agua como en la atmósfera, así como sus posibles consecuencias negativas para la salud de los habitantes del archipiélago. Tal situación se ha asentuado después de la aprobación de la polémica Ley para la protección de secretos de estado, en noviembre de 2013.



Ahora, cualquier periodista, nacional o extranjero, que comprometa los intereses del gobierno japonés al revelar información sobre el desastre nuclear de Fukushima, o sobre las consecuencias negativas de la radioactividad para la población de Japón, podría enfrentar hasta 10 años de cárcel.



Esta nueva ley impide a personalidades del mundo científico como Kaku Michio o Helen Caldicott despotricar en contra del gobierno japonés, desenmascarar las mentiras de los políticos nipones, e incluso, llevar a los responsables de la tragedia nuclear de Fukushima a las instancias internacionales correspondientes, para así, demandar los castigos penales y las indemnizaciones que corresponden.



Frente a este escenario, acciones de resistencia como las emprendidas por el artista urbano 281 Anti Nuke siguen siendo sumamente relevantes, sobre todo, en vísperas de que la capital de Japón albergue la organización de los juegos olímpicos de Tokyo 2020.



En una sociedad tan controlada y anestesiada como la japonesa contemporánea, las acciones de resistencia son indispensables para escapar a los discursos de las maquinarias propagandísticas corporativas y gubernamentales.


Saludos.