Que renuncie Chucho Ortega, presidente electo por el Tribunal Federal Electoral al igual que Calderón. "¿A quién pondremos en su lugar?", se pregunta la militancia perredista. "Que regrese Cuauhtémoc Cárdenas", algunas voces suplican como si en lugar de aquel Cuauhtémoc se pidiera el regreso de Cuauhtémoc Blanco a la Selección Nacional.
Sin embargo, siendo críticos de este partido político, podemos darnos cuenta que Jesús Ortega sólo es un elemento más de la descomposición política presente en el Partido de la Revolución Democrática.
Bien lo dice Julio Hernández López en su columna del día de hoy:
Que cambien a Chucho para que no cambie nada. Individualizar los problemas con una guillotina sin filo ideológico ni estructural para que continúe el gran negocio tribal de las candidaturas y los cargos. Falsos actos de contrición poselectoral con la vista puesta en la continuidad del negocio de aparentar ser de izquierda (¿de qué ha servido a las causas populares la llegada de candidatos postulados por el PRD a las gubernaturas y presidencias municipales? En términos generales, con algunas excepciones, destacadamente la de López Obrador, para confirmar que no hay consistencia ni proyecto ideológico, que en el ejercicio del poder esos "izquierdistas" son tan corruptos, insensibles y frívolos como sus colegas de otros partidos y que la ilusión de la llegada al poder ha sido una soberana tomadura de pelo. ¿Cuál ejemplo actual se quiere tomar? ¿El panismo sin clóset del represor Zeferino, en Guerrero; la monarquía familiar de Amalia en Zacatecas; la corrupción beneficiaria de familiares en Baja California Sur de Agúndez y Cota; la disipación y el chanchullo en el Chiapas del césar sureño apellidado Sabines? ¿El colaboracionismo mal pagado y el espectáculo de agachonería del michoacano Godoy y la Familia poderosa? Y no se hable del espectáculo persistente en muchos estados del país donde camarillas de vividores, apoderados del entramado partidista y manipuladores expertos de reglamentos y convenciones, venden a los gobernadores las candidaturas viables (por la vía plurinominal) para que acaben como aplaudidores de alquiler y obstructores o difamadores por encargo de opciones civiles de auténtica oposición. ¿Ése es el PRD que se quiere o "se debe" salvar? ¿La continuidad de los espectáculos de los fraudes internos y las conductas vergonzosas de los "cuadros" distinguidos, para más delante llamarse a engaños y traiciones, y enseguida retomar el hilo de ese círculo pernicioso del engaño sabido y consentido?
Si Marcelo Ebrad aún mantiene esperanzas de poder llegar a la Presidencia de la República en el 2012, tendrá necesariamente que "refundar" al PRD, quitando de la superficie no sólo a los chuchos sino tambien a los bejaranos, o de plano, fundar su propio partido político. Esto es necesario, sumamente necesario, sino mejor que Marcelo se vaya resignando desde ahora a dilapidar de manera estúpida todo su capital político siendo el abanderado de este PRD.
Saludos.
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