Desde Proceso 2211:
La Central Nuclear Laguna Verde (CNLV) tiene problemas graves: sus trabajadores han sido expuestos a peligrosas dosis de radiación, la planta ha debido parar actividades por problemas técnicos, hay un manejo inadecuado de residuos y se enfrenta al riesgo de saturación de desechos, según varios reportes obtenidos por este reportero mediante la Ley de Transparencia.
El 20 de agosto de 2017, durante la recarga de combustible de uno de los reactores de la central –situada en el municipio veracruzano de Alto Lucero y propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE)–, la radiación emitida por tuberías y válvulas afectó a cinco trabajadores (a dos de ellos, de gravedad), de acuerdo con el expediente de la inspección IIIE-01/18-LV01 consultado por Proceso.
Los trabajadores descontaminaban equipo en el llamado pozo seco, que se ubica entre la vasija que alberga los reactores –son dos, con 800 megavatios de capacidad, alimentados con uranio enriquecido– y el contenedor de concreto que envuelve el área de máquinas.
Una de las dos personas con contaminación grave es Ana Luisa Rodríguez Valladares. Para ella, trabajadora con 20 años de experiencia en la planta y 16 en protección radiológica, sería otra jornada de purificación de equipo, como muchas emprendidas durante su carrera como técnica en descontaminación.
En un acta de hechos, la empleada, considerada “personal ocupacionalmente expuesto” (POE) a condiciones laborales peligrosas, inseguras o contaminantes, relató el pasado diciembre ante cuatro inspectores de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS) que, al iniciar las tareas asignadas, la persona a cargo les dijo que los niveles de radiación eran bajos, porque el día anterior habían hecho también reducción de polución de las válvulas.
Para la actividad le entregaron un overol, careta y mandil de plástico, pero ella pidió cambio de indumentaria porque “en mi experiencia de área, el equipo no era el adecuado para las condiciones de la válvula”; el técnico de protección radiológica lo negó, porque presuntamente los niveles radiactivos eran bajos.
La teledosimetría asignada –medición de radiactividad para evaluar el riesgo– era de 400 milirems (mrem) de dosis acumulada y de mil 500 de mrem/hora de rapidez de dosis. Pero antes de iniciar la labor, recibieron la alarma de la rapidez de la dosis. El mrem mide el efecto de la radiación en el cuerpo, mientras que la rapidez de dosis se refiere a la fracción de rayos absorbidos en determinado lapso.
“De inmediato, mostré al técnico el dosímetro y estaba prendida la luz de alarma”, a lo que el primero respondió que continuaran con el trabajo. Al salir del área, el técnico le señaló que la dosis recibida era de 200 mrem, “nivel que no pude constatar”.
Al concluir la actividad y someterse a una medición, Rodríguez reportó niveles de 240 mrem y una rapidez de dosis de 7 mil 600 mrem/hr. El Reglamento General de Seguridad Radiológica, de 1988, estipula un límite de dosis efectivo anual para POE de 5 mil mrem.
“No hubo apoyo por parte de PR (protección radiológica) para mi descontaminación, la cual realicé personalmente con ayuda de otro compañero”, de nombre Víctor y quien también estuvo expuesto.
Luego de dos evaluaciones más, Rodríguez tomó tres baños helados sin que bajaran los niveles. Luego, a los cinco trabajadores expuestos les tomaron muestras de saliva, fosas nasales y oídos para efectuar los análisis pertinentes.
Luis Huesca, uno de los jefes de turno de Protección Radiológica, los retiró del área, pese al riesgo de contaminación. Además, a instrucción suya, la persona encargada de descontaminación tiró las muestras tomadas. “¿Qué parte de que las tires no entendiste?”, espetó ante la insistencia de que esas tomas debían ser analizadas. Además, ordenó que los afectados no se inscribieran en el autorregistro de personal contaminado.
Antes de salir, les avisaron que debían someterse a mediciones los siguientes 10 días. A partir del 21 de agosto de 2017, la trabajadora empezó a pedir los conteos diarios, pero le respondieron que no se los podían dar por ser “información interna”. [...] Después de repetidas solicitudes, Rodríguez recibió en enero de 2018 sus conteos, que confirmaron la presencia de Co-58 y Co-60, según consta en el oficio AOO.400/040/2018 del 12 de marzo de 2018.
https://imagendeveracruz.mx/noticia/bernardo-salas-pide-a-amlo-permita-investigar-planta-laguna-verde-16671
Para el físico Bernardo Salas, a quien la CFE despidió en 1996 por denunciar la inseguridad en la planta de Laguna Verde, la dosis que recibió Rodríguez fue “muy alta”.
“En la zona donde trabajaron hay mucha contaminación y eso implica un riesgo para la salud. Si la radiación se acumuló en sus pulmones, es muy difícil eliminarla; le va a dar cáncer”, explica en entrevista Salas, académico de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
[...]
Salas, quien durante años ha denunciado las condiciones de la planta, afirma que ésta “trabaja de manera muy deficiente (…) ha incurrido en irregularidades serias. A López Obrador le dan información falsa”.
El experto le escribió a López Obrador, luego de su toma de posesión, sobre la situación de la CNLV, sin recibir respuesta.
Un problema más en manos de la 4ta Transformación.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario