かわいい女の子の飼い方 Kawaii onna no ko no kai-kata :P
El día de hoy, buscando los datos de contacto del escritor mexicano Naief Yehya, descubrí su blog personal, y con el, una interesante disgreción sobre la pornografía japonesa, en especial sobre el título Kawaii onna no ko no kai-kata ("Cómo criar a una niña linda"), mejor conocido en su título en inglés como "How to raise a hamster-girl".
He aquí mi selección personal:
Hinata Seta está a la venta en una tienda de mascotas, es una de las tres mujeres hámster disponibles. Un comprador la escoge y la lleva a casa en una jaula gigante. Hinata juega, duerme, se revuelca en su jaula, defeca y su propietario introduce a un macho para aparearla. Eventualmente, como sucede con todas las mascotas, Hinata se va al cielo, en este caso al de los hámsteres humanos. Como criar una mascota mujer-hámster (How to Raise a Hamster Pet Girl), seguramente es uno de los videos porno más extraños y en cierto sentido perversos jamás realizados. Sin el menor pudor una mujer es convertida no sólo en mascota sino en versión humanizada de un roedor lampiño en cautiverio. El video resulta muy provocador por que fusiona la seducción del porno hardcore fetichista con el encanto cursi de series de animación infantiles como Hamtaro. Aquí la idea del sometimiento, de la observación perversa y del control absoluto del objeto del deseo quedan expuestos con crudeza singular.
La pornografía japonesa es de una diversidad asombrosa. Para quienes desconocemos el idioma, el porno japonés parece un laberinto hermético de mensajes cruzados, un extraño universo de sadomasoquismo y fetichismo, a la vez sórdido y colorido donde las mujeres a menudo visten disfraces estrambóticos y en general muestran niveles de sumisión surreales. La verdadera esencia de la porno, más allá de idolizar cuerpos desnudos o coitos, es la obsesión con la tecnología, con las posibilidades de observar y de revelar mediante diversos mecanismos los secretos ocultos de la fisiología y psicología humana. Y la cultura japonesa, como siempre a la vanguardia de la tecnología, expresa su fascinación sexual en un porno que cuenta con un arsenal de dispositivos eléctricos y electrónicos tanto para capturar imágenes como para interactuar con los genitales, las escenografías y las tramas. Es importante señalar que por su historia, los japoneses no arrastran con tabúes culturales sexuales comparables a los de Occidente ni tampoco deben someterse a la carga religiosa de la noción de pecado. En ese país ni el shintoismo ni la iglesia ni ninguna otra religión han sido factores para determinar lo que la gente puede o no ver. De manera semejante el feminismo no tuvo en esta nación un impacto semejante al provocado por sus logros en Estados Unidos, o Europa. Por lo que este movimiento tampoco ha tenido influencia en lo que se considera aceptable filmar a manera de fantasías eróticas.
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Para muchos estas fantasías de abuso son inaceptables sin embargo, hay un obvio contenido onírico, fantástico y hasta caricaturesco en ellas. En cambio sería muy difícil encontrar elementos que rediman el tipo de actividades que tienen lugar en otras cintas que están emparentadas con los shows de cámara escondida, un ejemplo sería Really Bad Behaviour (Verdadero mal comportamiento), en que una cámara supuestamente oculta filma a mujeres solas que son víctimas de hombres que se acercan a toda velocidad con el miembro erecto masturbándose furiosamente con la mano y rápidamente eyaculan en su cabello, rostro o ropa para luego escapar corriendo. Gran parte del video consiste en mostrar a las mujeres agredidas desconcertadas tratando de limpiarse. Más brutal aún es la serie Taxi, donde un taxi recorre las calles recogiendo mujeres, tras unos minutos de viaje un atacante irrumpe en el auto, las somete a golpes y las viola mientras el vehículo sigue en movimiento, para luego tirarlas desnudas a la calle.
Es muy poco probable que las violaciones que tienen lugar en estos videos comerciales sean auténticas. ¿Quién quiere publicar y vender el testimonio de sus crímenes? Sin embargo, numerosas expresiones de angustia, horror y sufrimiento de las protagonistas de las cintas llamadas chikan o de abuso, resultan pavorosamente realistas. De acuerdo con varios estudios, como Pornography, Rape and Sex Crimes in Japan, de Milton Diamond y Ayako Uchiyama (1999), la abundancia de cine porno en Japón no se ha traducido en un aumento de crímenes sexuales. A pesar de la abundancia desmesurada de pornografía, en particular del tipo violento, el numero de crímenes sexuales no se han incrementado de manera relevante. La porno es el medio que canaliza las fantasía sexuales y los deseos más perturbadores, por tanto es debatible si constituye una válvula de seguridad o un peligroso estimulante. Sin embargo, sería interesante tratar de descifrar las motivaciones culturales que hacen deseable la fantasía de una mujer reducida a la condición de hamster o que transforman imágenes de maltrato, tortura real o simulada de mujeres en expresiones populares que se consume masiva y compulsivamente.
Esas "motivaciones culturales" de las que habla Naief son a las que Cornelius Castoriadis y yo llamamos "imaginario". :)
Saludos.
El porno japones siempre se me ha hecho raro, entre los mozaicos que cortan la inspiración (te obligan a analizar lo que estas viendo, sí o sí) y que meten cada cosa que hace que sueltes un enorme WTF, es la razón por la que lo evito a toda costa a menos que alguien lo recomiende por alguna frikada que sale en él. Pero hasta resulta más divertido si lo comparas con el occidental donde van a lo que van, a lo sumo metiendo la típica historia del mecánico y el esposo vouyerista ("me deje la llave inglesa, voy a pasar") o de plano ni tiene trasfondo y solo es una cogedera que da miedo.
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