viernes, 17 de abril de 2009

¿Cómo utilizar la TV comercial para enseñar historia libertaria?



La televisión comercial es una mierda, sí, pero millones de personas viven diariamente con la información vertida en ella. No podemos menospreciar el poder de los medios masivos de comunicación que tratan de configurar una realidad mediática completamente ajena a la relidad socio-cultural en la que viven millones de televidentes.

Ahora que los noticieros comerciales se desviven por la próxima reunión de los jefes de estado de la OEA, deberían presentar en sus pantallas algunas cápsulas sobre la historia del intervencionismo estadounidense en la vida política de los países latinoamericanos, en especial, aquellos que decidieron formar un gobierno comunista.

Es una pena que incluso el mismo artículo de Wikipedia para la OEA explique que Cuba fue expulsada en 1962 debido "a su régimen comunista" como si el Comunismo, como doctrina política y filosófica, hubiera sido peor que el Capitalismo militar salvaje norteamericano.

Una de las pocas virtudes de la televisión comercial en estos días es la relativa libertad de expresión que existe en ciertas televisoras y en ciertos programas de televisión producidos en los Estados Unidos, país en donde el descubrimiento de un intento de censura sobre una obra intelectual lleva automáticamente a la popularidad y al éxito comercial de la misma.

American Dad!, serie de animación estadounidense creada por Seth MacFarlane, es un claro ejemplo de ello: en su capítulo de la tercera temporada The Legend of Ollie's Gold ("La leyenda del oro de Ollie [North]") explica de manera sucinta el escándalo Irán-Contras que prolongó durante algunos años más la guerra civil en Nicaragua.

La canción que explica dichos sucesos dice así:


"En la década de los ochentas, existió el drama de la Guerra Fría..."


"La URSS entró en Nicaragua..."


"...nuestros amigos eran los Contras..."


"...y nosotros [los Estados Unidos] les dimos dinero para comprar armas."


"Pero el Congreso [de los Estados Unidos] detuvo el dinero para los Contras..."


"...porque ellos se movían en un piso muy resbaloso."

En las portadas de los periódicos se lee: "Tráfico de cocaina de los Contras" y "Escuadrones de la muerte de los Contras".

El narrador explica de qué manera se dieron los sucesos posteriores:


"Verán: Oliver North vendió en secreto algunos misiles a Irán [para su guerra en contra de Iraq]..."


"...un país con el cuál siempre estaremos agradecidos..." [qué ironía]


"...y les dio las ganacias de esta venta a los Contras [de Nicaragua]."

Hagamos una pausa allí. La canción sigue explicando cómo la prensa estadounidense puso al descubierto esta operación ilícita, y cómo la administración de Ronald Reagan hizo que Oliver North fuera su chivo expiatorio.

El punto que nos interesa discutir en este post es otro: quizá para los estadounidenses, el financiamiento a los Contras que luchaban en contra del gobierno de los Sandinistas en Nicaragua fuera un asunto normal para los tiempos de la Guerra Fría, pero para los latinoamericanos, este asunto debería convertirse en una verguenza histórica.

A más de 25 años del suceso, deberíamos preguntarnos:

¿Dónde estuvo la OEA, en aquel entonces, para reclamar a Estados Unidos por este burdo y descarado intervencionismo financiero y militar en Nicaragua?

¿Dónde estuvieron los gobiernos latinoamericanos, coopados económicamente o amedrentados militarmente por los Estados Unidos?

¿Dónde estuvo la condena de los periodístas, los líderes de opinión y los intelectuales latinoamericanos que criticaban con toda rudeza las condiciones de vida en la URSS, en la República Democrática Alemana o en Cuba?

¿Dónde estuvo Octavio Paz, que criticó ácidamente la naturaleza del régimen sandinista, pero hizo caso omiso de las políticas intervencionistas militares y financieras de Ronald Reagan en dicho país?

¿Dónde estuvieron los humanistas, los defensores del derecho internacional y los defensores de los derechos humanos que actualmente se desgañitan en pro de las "libertades democráticas"?

Es una pena que más de veinte años después, nosotros, los latinoamericanos, sigamos con la venda en los ojos, y que la crítica a las políticas intervencionistas de Estados Unidos venga de los propios estadounidenses liberales, no por la vía de los noticieros o la prensa política especializada sino a través de una serie de dibujos animados transmitida por televisión.


Saludos.

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